- Y bueno... ¿Cómo os ha ido sin mí? Os he echado de menos...
- Nos ha ido igual, la verdad. Pero a la vez era diferente porque me quedé sin meja – hizo un puchero y prosiguió -. Aunque sí que hay algo diferente...
- ¿El qué?
- Adivina...
- No soy buena adivinando. Dímelo ya.
- Ah, si no adivinas no vale.
- ¡Dímelo! - grité mientras le estampaba un cojín en la cara y nos reíamos
- Bueno, vale... Corté con Jorge.
- ¿Qué? ¡Pero si hacíais una pareja estupenda! Si fue el único que pasó la preba de la “hermana mayor”.
- Ya... Yo le quería, pero hace ya un mes y medio le vi con otra dándose el lote y...
- Bueno, hoy no es un día triste, ¡hoy hay que estar alegres! Y la protagonista no soy yo, sino tú – la miré con una cara de confusión, a lo que ella prosiguió -. ¡Explícame tu historia con rubius!
- Primero que todo, puedes llamarle Rubén. Y segundo...
- Y esa es mi historia con Rubén, por el momento.
- Hay algo que no me has dicho... - su semblante se tornó serio. Demasiado, diría yo
- ¿El qué?
- ¿Al final que pasó con... tu ex? La última vez que hablamos por skype colgaste porque vino y una hora después me escribiste un “estoy bien”. Desde entonces no volvimos a hablar. Me preocupé por ti.
- Bueno... Un día discutimos muy, muy fuerte. Más que de costumbre. Ese día no pude más, así que cogí una maleta con lo imprescindible y dormí fuera hasta que encontrara una casa nueva. Y es ésta. Cuando la compré, fui poco a poco aprovechando los momentos en los que él se iba de casa para poner mis cosas en cajas y traerlas. Gracias a Goku, David me ofreció su coche y me ayudó. Para que no pasase como la última vez, me teñí el pelo y adelgacé un poco más, para que no me pudiera reconocer por la calle.
- Vaya... ¿Estás bien?