Se sentaron en el sofá y me explicaron qué hacían en la capital: estuvieron ahorrando poco a poco para un viaje a Madrid y venir a visitarme. Qué monos.
Estuvimos hablando durante horas para ponernos al día, a la vez que seguíamos jugando al Mario Kart.
Ya se hizo de noche cuando decidieron ir al hotel para descansar; se quedaban durante una semana en Madrid. Curiosamente, el hotel estaba a un par de manzanas de casa.
En cuanto salieron por la puerta, Rubén me cogió de la cintura y me dio media vuelta hasta ponerse cara a cara conmigo.
- Me han caído muy bien tus amigos.
- Eso es bueno, ¿no?
- Es lo mejor que podría pasar. Aunque me alegro de que se hayan ido.
- ¿Por qué?
- Porque quiero hacer esto.
Me envolvió la cintura y me besó apasionadamente. Subí mis piernas y envolví su cintura con ellas. Fue caminando hasta la cama y nos sentó. Sus manos ya estaban agarrando mi camiseta por debajo para quitármela, pero el timbre sonando nos interrumpió.
Fui hasta la puerta mientras suspiraba de indignación y Rubén se apoyaba en la cama, también resoplando.
Ahí estaban otra vez mis amigos, aún cargando con las pesadas maletas. Me apoyé en la puerta.
- ¿Qué pasa ahora?
Edu miró a Alex y a Sele y luego me miró con una fingida cara de niño bueno.
- Pues... Hemos pasado tanto tiempo aquí que le dieron nuestras habitaciones a otros - puso una sonrisa de oreja a oreja fingida
- ¡No me jodas! ¿Y dónde vais a dormir?
- Eso te queríamos decir...
Solté un enorme suspiro.
- Sí, os podéis quedar a dormir. Pero solo hasta encontréis habitación, ¿de acuerdo?
Los tres asintieron con ánimo. Me hice a un lado para que pasaran y dejaron sus cosas en el recibidor. Pasaron y se sentaron en el sofá a la vez que Rubén salía de la habitación a ver quién era. Me miró y luego a los visitantes, que estaban hablando entre ellos. Hice un movimiento de cabeza para indicarle que fuéramos a la habitación, donde le expliqué que se quedarían a dormir un par de días.
- ¿Y dónde dormirán?
- Pues Sele dormirá conmigo en la cama y los chicos pueden dormir en el sofá, que se puede convertir en una cama enorme.
- ¿Y por qué no se suben los chicos conmigo? Tengo el sofá y una cama para invitados.
- Pues... ¿No te importa?
- Claro que no.
Posó un pequeño beso en mis labios y fuimos al salón para comunicarles dónde dormirán.
Los chicos se fueron directamente a casa de Rubén, ya que eran las doce de la noche y el viaje ha sido pesado. En cambio, Sele y yo hicimos una noche de chicas.
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