Desplegamos el sofá cama
para estar cómodas mientras veíamos Cómo conocí a vuestra
madre, una de nuestras series
favoritas. Después de dos capítulos, nos pusimos a hablar.
- Y bueno... ¿Cómo os ha ido sin mí? Os he echado de menos...
- Nos ha ido igual, la verdad. Pero a la vez era diferente porque me quedé sin meja – hizo un puchero y prosiguió -. Aunque sí que hay algo diferente...
- ¿El qué?
- Adivina...
- No soy buena adivinando. Dímelo ya.
- Ah, si no adivinas no vale.
- ¡Dímelo! - grité mientras le estampaba un cojín en la cara y nos reíamos
- Bueno, vale... Corté con Jorge.
- ¿Qué? ¡Pero si hacíais una pareja estupenda! Si fue el único que pasó la preba de la “hermana mayor”.
- Ya... Yo le quería, pero hace ya un mes y medio le vi con otra dándose el lote y...
- Y bueno... ¿Cómo os ha ido sin mí? Os he echado de menos...
- Nos ha ido igual, la verdad. Pero a la vez era diferente porque me quedé sin meja – hizo un puchero y prosiguió -. Aunque sí que hay algo diferente...
- ¿El qué?
- Adivina...
- No soy buena adivinando. Dímelo ya.
- Ah, si no adivinas no vale.
- ¡Dímelo! - grité mientras le estampaba un cojín en la cara y nos reíamos
- Bueno, vale... Corté con Jorge.
- ¿Qué? ¡Pero si hacíais una pareja estupenda! Si fue el único que pasó la preba de la “hermana mayor”.
- Ya... Yo le quería, pero hace ya un mes y medio le vi con otra dándose el lote y...
No pude
continuar porque la voz se le quebró. La abracé con todas mis
fuerzas hasta que se tranquilizó y cambió de tema instantáneamente.
- Bueno, hoy no es un día triste, ¡hoy hay que estar alegres! Y la protagonista no soy yo, sino tú – la miré con una cara de confusión, a lo que ella prosiguió -. ¡Explícame tu historia con rubius!
- Primero que todo, puedes llamarle Rubén. Y segundo...
- Bueno, hoy no es un día triste, ¡hoy hay que estar alegres! Y la protagonista no soy yo, sino tú – la miré con una cara de confusión, a lo que ella prosiguió -. ¡Explícame tu historia con rubius!
- Primero que todo, puedes llamarle Rubén. Y segundo...
Y le
expliqué todo; cómo me mudé aquí, los gritos del vecino, la
videollamada... Todo. Sin obviar ningún detalle. Sele iba asintiendo
cuando tenía que hacerlo, soltando algún que otro “ajá”,
sorprendiéndose en las partes más inesperadas...
- Y esa es mi historia con Rubén, por el momento.
- Y esa es mi historia con Rubén, por el momento.
Por
tercera vez en lo que llevábamos de día, mi amiga soltó un grito.
Nos reímos y continuamos hablando.
- Hay algo que no me has dicho... - su semblante se tornó serio. Demasiado, diría yo
- ¿El qué?
- ¿Al final que pasó con... tu ex? La última vez que hablamos por skype colgaste porque vino y una hora después me escribiste un “estoy bien”. Desde entonces no volvimos a hablar. Me preocupé por ti.
- Bueno... Un día discutimos muy, muy fuerte. Más que de costumbre. Ese día no pude más, así que cogí una maleta con lo imprescindible y dormí fuera hasta que encontrara una casa nueva. Y es ésta. Cuando la compré, fui poco a poco aprovechando los momentos en los que él se iba de casa para poner mis cosas en cajas y traerlas. Gracias a Goku, David me ofreció su coche y me ayudó. Para que no pasase como la última vez, me teñí el pelo y adelgacé un poco más, para que no me pudiera reconocer por la calle.
- Vaya... ¿Estás bien?
- Hay algo que no me has dicho... - su semblante se tornó serio. Demasiado, diría yo
- ¿El qué?
- ¿Al final que pasó con... tu ex? La última vez que hablamos por skype colgaste porque vino y una hora después me escribiste un “estoy bien”. Desde entonces no volvimos a hablar. Me preocupé por ti.
- Bueno... Un día discutimos muy, muy fuerte. Más que de costumbre. Ese día no pude más, así que cogí una maleta con lo imprescindible y dormí fuera hasta que encontrara una casa nueva. Y es ésta. Cuando la compré, fui poco a poco aprovechando los momentos en los que él se iba de casa para poner mis cosas en cajas y traerlas. Gracias a Goku, David me ofreció su coche y me ayudó. Para que no pasase como la última vez, me teñí el pelo y adelgacé un poco más, para que no me pudiera reconocer por la calle.
- Vaya... ¿Estás bien?
Una
lágrima iba resbalando por mi mejilla. Instantes después, negué
con la cabeza, indicando que no, que no estaba bien. Cada vez que
recuerdo lo que me hizo me pongo triste, y esa era una de las veces.
La única diferencia era que lo que me consolaba no era una cuchilla,
sino mi mejor amiga. Nos abrazamos y rompí en llanto, hasta que no
quedara ni una gota de tristeza en mi cuerpo. Luego vimos un capítulo
más de la serie y Sele se fue a mi cama, mientras yo me acomodaba en
el sofá, para caer rendida en un sueño profundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario