- ¿Qué se te ofrece?
- Solo quiero estar con mi novia. ¿Acaso no puedo?
Una sonrisa se me asomó por mis labios.
Ya llevábamos una semana saliendo y todo iba perfecto. Además, mis vacaciones habían empezado y tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que quiera, y pasaba la mayoría saliendo por ahí tanto con Rubén como con Ana y David.
Le dejé entrar y nos sentamos en el sofá para jugar juntos al Mario Kart.
Ya le había ganado cuatro carreras cuando el timbré sonó. No esperaba a nadie, pero fui a abrir igualmente.
Plantados en la puerta había dos chicos y una chica; ésta era una castaña con el pelo hasta los codos y un piercing en la nariz, un poquito más bajita que yo. A su derecha estaba un muchacho al que le pasaba un par de dedos de altura, pero no se notaba, ya que esa era la altura de su pelo rubio oscuro rapado por los lados y rizado y largo por arriba. El tercer chico era alguien con el pelo corto y negro como el carbón y muy alto y delgado con unas gafas de pasta negras. Me debía pasar una cabeza. Se podría decir que era tan alto como Rubén.
A esas tres personas las conocía; eran mis mejores amigos de Barcelona. Cuando me mudé a Madrid, ellos se tuvieron que quedar, ya que era un año mayor y por lo tanto no podían independizarse aún. Durante los dos primeros años hablábamos cada día por skype, pero poco a poco se volvía menos constante, aunque hablábamos alguna que otra vez. Pero allí estaban, justo delante de mí.
Los cuatro soltamos un grito a la vez, cada uno en una tonalidad diferente, y nos abrazamos. Instantes después apareció Rubén. Claramente, ellos sabían quién era, así que soltaron otro grito aún más fuerte, provocando que pegara un bote hacia atrás. Cuando se calmaron, decidí romper el silencio.
- ¡Madre mía, no me lo creo! Selena, Edu, Alex... ¿Qué hacéis aquí?
- ¿Seguro que eres tú la que tiene que hacer las preguntas? - cuestionó Alex
- ¡Pues claro! Empezando por explicarme qué te ha pasado. La última vez que te vi no podías tocar el techo y no tenías la voz tan grave.
- Pubertad, querida Lau, pubertad - bromeó mientras ponía una mano en el hombro
- Bueno, ¿nos vas a decir qué hace él aquí o no? - insistió Selena mirando a Rubén - ¿No habrás cumplido eso que dijiste de que lo ibas a captu...?
Rápidamente le tapé la boca antes de que pudiera continuar, mientras miraba si Rubén había escuchado. Desafortunadamente sí lo había hecho, porque se estaba conteniendo una risa. Le quité la mano y empecé a hablar.
- Bueno... Él es mi... Vecino... Y... Mi... - le envolví la cintura con las manos y apoyé la cabeza en su pecho, no sin dejar de mirar a mis amigos - novio.
Otra vez los gritos volvieron a aparecer, seguidos de una risa por nuestra parte. Les invitamos a entrar y dejamos que nos explicaran qué hacían ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario