viernes, 23 de octubre de 2015

CAPÍTULO 25 | Desayunando tortitas

Me desperté con la almohada llena de babas; sabía que no tenía que dormir con la boca abierta.

Fui a la habitación y vi a Sele durmiendo profundamente en la cama. Qué mona. Me dirigí a la cocina para empezar a preparar tortitas para todos. Ya de paso, miré la hora: las nueve y media de la mañana. Era la hora perfecta para tener todas las tortitas hechas cuando todos se levantasen.

Cogí un bol, puse los ingredientes y los fui mezclando hasta hacer la masa. Poco a poco y con la ayuda de un cazo, puse la masa en una sartén para que se fueran haciendo.

Cuando terminé miré otra vez el reloj: las once. Hora perfecta para levantar a todos.

Fui primero a por Sele con una cazuela y una cuchara de madera. Me puse a diez centímetros de su oreja y procedí a despertarla.

- ¡Desperta! - grité mientras golpeaba la cazuela con la cuchara - ¡Dormilona! - Al instante, mi amiga se despertó sobresaltada, a lo que paré de hacer ruido - Buenos días. Ya es hora de levantarse, he hecho tortitas.

- ¿Tortitas? - preguntó mirándome con los ojos como platos

- Síp, tortitas. Pero - le agarré del brazo antes de que fuese a la cocina y arrasase con todo - debemos despertar a los chicos.

Una sonrisa maléfica surgió por nuestra cara y fuimos a coger otra cazuela y otra cuchara. Subimos y cogí la llave escondida bajo el felpudo. Abrí con cuidado y entramos sin hacer el más mínimo ruido. Fuimos poco a poco abriendo las puertas de las habitaciones para proceder a despertarlos desde el comedor.

Gritamos y golpeamos los cacharros lo más ruidosamente posible, consiguiendo nustro objetivo: despertarlos a todos y que fueran a por nosotras. Rápidamente, Rubén me cogió por la cintura y me elevó en el aire. Fue caminando hasta el balcón, pero se paró en seco en cuanto grité "¡Hay tortitas!".

Fuimos los cinco a mi casa, todos en pijama, y el resto se sentó mientras yo traía las tortitas. En la mesa habían muchas tazas, café, cacao en polvo, leche azúcar, y muchas cosas más.

Nos lo estabamos pasando genial; reíamos, explicabamos lo que nos ha pasado todo éste tiempo, contabamos chistes... Todos estabamos felices, por una vez.

No sé cuánto tiempo llevaba estando triste, encerrándome en mí misma y sin pedir ayuda, refugiándome en casa, sin salir, sin que me dé el sol casi...

Ahora tenía alguien que me quería de verdad, no alguien despreciable como mi ex, y tenía a mis amigos, que, aunque no me lo dijesen, sé que siempre van a estar ahí, para no dejarme caer, o ayudarme a levantarme.

Por fin, después de bastante tiempo, era feliz, y eso me gustaba.

jueves, 22 de octubre de 2015

CAPÍTULO 23 (ESPESIAL VUELTA AL FANFIC :D) | Flashback

Un mes antes de la mudanza de Laura

¡Hola, cariño!

- Hola, preciosa.

Hacía solo un segundo que le había dado al botón de videollamada para hablar con Sele, ya que hacía mucho que no hablábamos y aproveché que Cristian, mi novio, no estaba en casa.

- ¿Cómo estas?

- Bien, ¿y tú?

- Perfectamente. Dentro de una semana Jorge y yo hacemos dos años de novios – comunicó Sele emocionada

- ¡Qué bien! Dentro de dos años más, quiero una invitación a la boda – las dos reímos

- Tranquila, serás la dama de honor – me guiñó un ojo

Abrí la boca para decir algo, pero oí la puerta de entrada abrirse y cerrarse: Cristian había llegado a casa.

- ¡Mierda!

- ¿Pero qué pasa?

- Cristian.

- Vaya...

- Te tengo que dejar. Te enviaré un mensaje luego, ¿vale preciosa?

- De acuerdo preciosísima. Chao.

- Chao.

Cerré la pantalla del ordenador a la vez que se abría la puerta de la habitación mostrando a un muchacho alto, muy corpulento, con el pelo castaño rapado y, al parecer, de mal humor.

- ¿Con quién hablabas?

- Con Selena.

- No me mientas. Seguro que estabas hablando con tu amante.

- No, ya te he dicho que estaba hablando con Selena. Y no tengo ningún amante.

- No te creo – sin que me diera cuenta, ya me tenía fuertemente agarrado del brazo, a pocos centímetros de su cara de mosqueo -. ¿Con quién hablabas?

- ¡Ya te lo he dicho! ¡Estaba hablando con Selena!

- ¡A mí no me levantes la voz! - su agarre a mi brazo era cada vez más fuerte, haciendo que me doliera más y más, además de que estaba apretando justo en el sitio donde me dejó un moratón el otro día - ¡Dime ya con quién hablabas! ¡Y no me digas que con Selena, porque no te creo!

- ¡Con Se...!

- ¡Mentirosa! - gritó fuertemente a la vez que me daba una bofetada en la mejilla, tirándome hacia la cama - ¡DIME QUIÉN ES ESE!

- ¡No hay ningún “ese”! - una lágrima se asomaba por mi dolorida mejilla. La aparté inmediatamente. No me había visto llorar nunca, y ese no era el momento - ¿Por qué te crees que te engañaría?

- ¡PORQUE ERES UNA PUTA QUE SE ACUESTA CON TODOS!

Me cogió de la pierna y me arrastró hasta el suelo, frío y duro. Me dio una patada en las costillas, seguida por un alarido mío. Con las fuerzas que me quedaban pude gritarle:

- ¡No soy una puta! ¡Sabes que te quiero a ti y solo a ti!

- ¡Pues no se nota! ¿A dónde vas cada mañana?

- ¡A trabajar, algo que tú deberías hacer para que no nos deshaucien!

- ¡Mientes! - otra patada en las costillas - ¡Seguro que te quedas ahí hasta que me voy después de acompañarte y te vas con otro! ¿Pues sabes qué? ¡Eres mía! ¡Mía y de madie más! ¡A ver si te cabe en la cabeza!

- ¡Eso no tiene sentido!

- ¿Que no? ¡Sí que lo tiene, porque es lo que haces! Sucia rata... Me voy al bar. Cuando vuelva, quiero la cena hecha y que dejes de replicar.

Me dio otra patada más y se fue por la puerta. En cuanto oí el portazo, me encogí en el suelo y dejé que los sollozos salieran, hasta no poder más.

No lo entendía; cuando empecé el último año de facultad y le conocí parecía muy buena persona, pero ahora es un monstruo. Ya era la cuarta vez que me mudaba éste año y era la cuarta que me encontraba y se quedaba conmigo. Era una pesadilla.

Una hora después, me levanté como pude, sequé mis lágrimas y fui a por una maleta. La llené con media despensa, mi portátil, mi cartera, el móvil, un poco de ropa, zapatos y maquillaje suficiente para taparme los moratones. La cerré y salí corriendo antes de que Cristian volviera.

Divagué por la ciudad durante horas, o minutos. Había perdido la noción del tiempo. Había encontrado un banco abandonado que estaba abierto para poder dormir durante las próximas semanas, otra vez. Le pregunté al vagabundo que estaba allí si podía dormir allí, a lo que él aceptó. Me fui a una esquina, extendí una manta que cogí en el suelo y doblé una chaqueta para utilizarla de almohada. Posé la cabeza en ésta y me dormí entre sollozo y sollozo; mañana reinventaría mi vida, otra vez.

EXPLICACIÓN DE MI AUSENCIA :(

¡Hola a tod@s!

Ya sé que llevo muuuuuucho tiempo sin seguir el fanfic, pero tengo una explcación: no tengo inspiración.

No sé cómo seguir con la historia, y por eso estoy esperando a que venga mi musa para poder seguir. Pero bueno, haré lo que pueda y le enviaré un WhatsApp a mi musa para que venga jajaja.

Espero poder seguir, y que os esté gustando el fanfic, y que me digáis qué os parece, aspectos que mejorar, etc.

Espero volver pronto y seguir escribiendo como antes :'( .

Atentamente,

Crsitina

martes, 29 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 22 | Recordando el pasado

Desplegamos el sofá cama para estar cómodas mientras veíamos Cómo conocí a vuestra madre, una de nuestras series favoritas. Después de dos capítulos, nos pusimos a hablar.

- Y bueno... ¿Cómo os ha ido sin mí? Os he echado de menos...
- Nos ha ido igual, la verdad. Pero a la vez era diferente porque me quedé sin meja – hizo un puchero y prosiguió -. Aunque sí que hay algo diferente...
- ¿El qué?
- Adivina...
- No soy buena adivinando. Dímelo ya.
- Ah, si no adivinas no vale.
- ¡Dímelo! - grité mientras le estampaba un cojín en la cara y nos reíamos
- Bueno, vale... Corté con Jorge.
- ¿Qué? ¡Pero si hacíais una pareja estupenda! Si fue el único que pasó la preba de la “hermana mayor”.
- Ya... Yo le quería, pero hace ya un mes y medio le vi con otra dándose el lote y...

No pude continuar porque la voz se le quebró. La abracé con todas mis fuerzas hasta que se tranquilizó y cambió de tema instantáneamente.

- Bueno, hoy no es un día triste, ¡hoy hay que estar alegres! Y la protagonista no soy yo, sino tú – la miré con una cara de confusión, a lo que ella prosiguió -. ¡Explícame tu historia con rubius!
- Primero que todo, puedes llamarle Rubén. Y segundo...

Y le expliqué todo; cómo me mudé aquí, los gritos del vecino, la videollamada... Todo. Sin obviar ningún detalle. Sele iba asintiendo cuando tenía que hacerlo, soltando algún que otro “ajá”, sorprendiéndose en las partes más inesperadas...

- Y esa es mi historia con Rubén, por el momento.

Por tercera vez en lo que llevábamos de día, mi amiga soltó un grito. Nos reímos y continuamos hablando.

- Hay algo que no me has dicho... - su semblante se tornó serio. Demasiado, diría yo
- ¿El qué?
- ¿Al final que pasó con... tu ex? La última vez que hablamos por skype colgaste porque vino y una hora después me escribiste un “estoy bien”. Desde entonces no volvimos a hablar. Me preocupé por ti.
- Bueno... Un día discutimos muy, muy fuerte. Más que de costumbre. Ese día no pude más, así que cogí una maleta con lo imprescindible y dormí fuera hasta que encontrara una casa nueva. Y es ésta. Cuando la compré, fui poco a poco aprovechando los momentos en los que él se iba de casa para poner mis cosas en cajas y traerlas. Gracias a Goku, David me ofreció su coche y me ayudó. Para que no pasase como la última vez, me teñí el pelo y adelgacé un poco más, para que no me pudiera reconocer por la calle.
- Vaya... ¿Estás bien?

Una lágrima iba resbalando por mi mejilla. Instantes después, negué con la cabeza, indicando que no, que no estaba bien. Cada vez que recuerdo lo que me hizo me pongo triste, y esa era una de las veces. La única diferencia era que lo que me consolaba no era una cuchilla, sino mi mejor amiga. Nos abrazamos y rompí en llanto, hasta que no quedara ni una gota de tristeza en mi cuerpo. Luego vimos un capítulo más de la serie y Sele se fue a mi cama, mientras yo me acomodaba en el sofá, para caer rendida en un sueño profundo.

jueves, 24 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 24 | Rubén P.O.V.

Subimos Edu, Alex y yo a mi casa. No tuve que enseñársela porque vieron el vídeo de "Mi nueva nueva casa".

- Bueno... - empecé la conversación - hay tres camas: la mía, la de invitados y el sofá. Lo malo es que no se puede convertir en cama.

- No pasa nada - intervino Edu. Se dirigió a Alex -. Como que tú eres el más alto de los dos, yo dormiré en el sofá y tú en la cama.

- ¿No te importa?

- Qué va.

- Pues... - intervine yo - Buenas noches, ¿no?

- Espera - dijo Alex

- ¿Qué pasa?

Los dos muchachos se miraron con una mirada cómplice y asintieron a la vez, y seguidamente me miraron a mí.
Sin esperármelo, Alex cogió el cuello de mi camiseta y me estampó contra la pared. Para ser tres años menor, tenía mucha más fuerza que yo. Edu, detrás de él, empezó a hablar.

- Lau es nuestra mejor amiga, una hermana para nosotros. Así que si le haces daño... - Alex me dio una sacudida, dando a entender el final de la frase - ¿Has entendido? - asentí enérgicamente - Perfecto. Y ésta conversación, no ha existido. Alex, suéltale.

Soltó su agarre, con lo que mis talones podían tocar el suelo, por fin. Le preparé la cama a Alex, haciendo ver que no había pasado nada, y nos hicimos bastante amigos los tres, ya que hablamos y descubrimos que teníamos gustos muy parecidos.

Los tres nos pusimos el pijama y jugamos un rato al Halo hasta que no pudimos más y nos fuimos a dormir.

Ya en la cama me puse a pensar. Lau es muy suertuda, tiene los mejores amigos que darían una paliza al Youtuber con más suscriptores de España por ella.

Lo que me ha rayado es lo de su ex. ¿Qué hizo como para que quedara como un monstruo? Espero no cometer ese mismo error, porque la quiero mucho como para perderla, aunque no se lo haya dicho.

Los párpados se me cerraron hasta quedarme dormido.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 21 | Distribución de casas

Se sentaron en el sofá y me explicaron qué hacían en la capital: estuvieron ahorrando poco a poco para un viaje a Madrid y venir a visitarme. Qué monos.

Estuvimos hablando durante horas para ponernos al día, a la vez que seguíamos jugando al Mario Kart.

Ya se hizo de noche cuando decidieron ir al hotel para descansar; se quedaban durante una semana en Madrid. Curiosamente, el hotel estaba a un par de manzanas de casa.

En cuanto salieron por la puerta, Rubén me cogió de la cintura y me dio media vuelta hasta ponerse cara a cara conmigo.

- Me han caído muy bien tus amigos.
- Eso es bueno, ¿no?
- Es lo mejor que podría pasar. Aunque me alegro de que se hayan ido.
- ¿Por qué?
- Porque quiero hacer esto.

Me envolvió la cintura y me besó apasionadamente. Subí mis piernas y envolví su cintura con ellas. Fue caminando hasta la cama y nos sentó. Sus manos ya estaban agarrando mi camiseta por debajo para quitármela, pero el timbre sonando nos interrumpió.

Fui hasta la puerta mientras suspiraba de indignación y Rubén se apoyaba en la cama, también resoplando.

Ahí estaban otra vez mis amigos, aún cargando con las pesadas maletas. Me apoyé en la puerta.

- ¿Qué pasa ahora?

Edu miró a Alex y a Sele y luego me miró con una fingida cara de niño bueno.

- Pues... Hemos pasado tanto tiempo aquí que le dieron nuestras habitaciones a otros - puso una sonrisa de oreja a oreja fingida
- ¡No me jodas! ¿Y dónde vais a dormir?
- Eso te queríamos decir...

Solté un enorme suspiro.

- Sí, os podéis quedar a dormir. Pero solo hasta encontréis habitación, ¿de acuerdo?

Los tres asintieron con ánimo. Me hice a un lado para que pasaran y dejaron sus cosas en el recibidor. Pasaron y se sentaron en el sofá a la vez que Rubén salía de la habitación a ver quién era. Me miró y luego a los visitantes, que estaban hablando entre ellos. Hice un movimiento de cabeza para indicarle que fuéramos a la habitación, donde le expliqué que se quedarían a dormir un par de días.

- ¿Y dónde dormirán?
- Pues Sele dormirá conmigo en la cama y los chicos pueden dormir en el sofá, que se puede convertir en una cama enorme.
- ¿Y por qué no se suben los chicos conmigo? Tengo el sofá y una cama para invitados.
- Pues... ¿No te importa?
- Claro que no.

Posó un pequeño beso en mis labios y fuimos al salón para comunicarles dónde dormirán.

Los chicos se fueron directamente a casa de Rubén, ya que eran las doce de la noche y el viaje ha sido pesado. En cambio, Sele y yo hicimos una noche de chicas.

martes, 1 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 20 | Gritos incesantes

- ¿Qué se te ofrece?
- Solo quiero estar con mi novia. ¿Acaso no puedo?

Una sonrisa se me asomó por mis labios.

Ya llevábamos una semana saliendo y todo iba perfecto. Además, mis vacaciones habían empezado y tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que quiera, y pasaba la mayoría saliendo por ahí tanto con Rubén como con Ana y David.

Le dejé entrar y nos sentamos en el sofá para jugar juntos al Mario Kart.

Ya le había ganado cuatro carreras cuando el timbré sonó. No esperaba a nadie, pero fui a abrir igualmente.

Plantados en la puerta había dos chicos y una chica; ésta era una castaña con el pelo hasta los codos y un piercing en la nariz, un poquito más bajita que yo. A su derecha estaba un muchacho al que le pasaba un par de dedos de altura, pero no se notaba, ya que esa era la altura de su pelo rubio oscuro rapado por los lados y rizado y largo por arriba. El tercer chico era alguien con el pelo corto y negro como el carbón y muy alto y delgado con unas gafas de pasta negras. Me debía pasar una cabeza. Se podría decir que era tan alto como Rubén.

A esas tres personas las conocía; eran mis mejores amigos de Barcelona. Cuando me mudé a Madrid, ellos se tuvieron que quedar, ya que era un año mayor y por lo tanto no podían independizarse aún. Durante los dos primeros años hablábamos cada día por skype, pero poco a poco se volvía menos constante, aunque hablábamos alguna que otra vez. Pero allí estaban, justo delante de mí.

Los cuatro soltamos un grito a la vez, cada uno en una tonalidad diferente, y nos abrazamos. Instantes después apareció Rubén. Claramente, ellos sabían quién era, así que soltaron otro grito aún más fuerte, provocando que pegara un bote hacia atrás. Cuando se calmaron, decidí romper el silencio.

- ¡Madre mía, no me lo creo! Selena, Edu, Alex... ¿Qué hacéis aquí?
- ¿Seguro que eres tú la que tiene que hacer las preguntas? - cuestionó Alex
- ¡Pues claro! Empezando por explicarme qué te ha pasado. La última vez que te vi no podías tocar el techo y no tenías la voz tan grave.
- Pubertad, querida Lau, pubertad - bromeó mientras ponía una mano en el hombro
- Bueno, ¿nos vas a decir qué hace él aquí o no? - insistió Selena mirando a Rubén - ¿No habrás cumplido eso que dijiste de que lo ibas a captu...?

Rápidamente le tapé la boca antes de que pudiera continuar, mientras miraba si Rubén había escuchado. Desafortunadamente sí lo había hecho, porque se estaba conteniendo una risa. Le quité la mano y empecé a hablar.

- Bueno... Él es mi... Vecino... Y... Mi... - le envolví la cintura con las manos y apoyé la cabeza en su pecho, no sin dejar de mirar a mis amigos - novio.

Otra vez los gritos volvieron a aparecer, seguidos de una risa por nuestra parte. Les invitamos a entrar y dejamos que nos explicaran qué hacían ahí.