Ya estaba todo listo para subir el
vídeo que había grabado, solo había que subirlo. Sabía que iba a
tardar un rato en subirse el vídeo a YouTube, así que paroveché
para tender la ropa que estaba en la lavadora.
Estaba con la última prenda cuando un
golpe seco se oyó detrás de mí, como si algo se cayera.
Seguidamente oí un maullido, así que me giré, y pude observar cómo
Wilson, el gato de Rubén, también me miraba. Me acercqué
lentamente y de un movimiento rápido lo cogí entre mis brazos. Salí
del patio y encerré a Wilson en mi habitación. Fui al baño para
ver cómo estaba mi cara y me maquillé un poco. Fui otra vez a mi
cuarto, cogí a Wilson y me dispuse a subir para devolvérselo a
Rubén.
Estaba en la mitad del tramo de las
escaleras cuando me encontré con él.
- ¡Gracias a Dios! Siento que te
haya molestado, es que aún no le hemos educado y...
- Tranquilo, no ha hecho nada malo.
- Perfecto – se acercó a mí y
cogió a Wilson de mis brazos -. Muchas gracias por traerlo.
- ¡Rubiuh! - alguien le llamó
desde su puerta, a lo que se giró con una cara de ligera
frustración
- ¿Qué quieres?
- ¿Ya lo has cogido?
- Sí.
- Qué rápido. No has tardado ni un
minuto.
- Es que hay buena gente que lo trae
a casa.
- ¿Ah, sí? ¿Quién?
- Ahora mismo te la presento. Tú
entra, que ahora voy yo – me miró con una sonrisa -. ¿Te
gustaría conocer a mis amigos?
- Me encantaría.
Me tendió una mano para que la
cogiera, aunque no la necesitaba, ya que sabía perfectamente el
camino hasta su casa, pero igalmente la cogí. Era cálida, suave...
me ruboricé ligeramente al cogerle la mano, así que bajé la cabeza
para que no me viera la cara. Subimos y entramos por la puerta, que
estaba entreabierta. Me soltó la mano para coger a Wilson con las
dos y dejarlo en el suelo, mientras yo cerraba la puerta. Hizo un
movimiento de mano, indicando que le siguiera hasta el comedor. Nos
quedamos allí plantados y nos quedamos mirando a las dos personas
que estaban sentadas en el sofá: Mangel y Alexby.
- Chicos, ésta es mi... vecina.
Laura.
- Encantada – les estreché la
mano -. Y podéis llamarme Lau.
- Encantado, yo soy Alex.
- Y yo Miguel.
- Ya sé quiénes sois. ¡Sois
Mangel y Alexby!
Los cuatro nos reímos. Seguidamente,
nos pusimos a charlar y a jugar un rato, pero solo había tres mandos,
así que nos turnábamos para jugar. Cuando fue mi turno para
descansar, aproveché para pensar en lo que había dicho Rubén. Me
había presentado como su vecina, no como su amiga. ¿Acaso es que no
somos amigos? Vale, tampoco es que nos conozcamos desde hace mucho,
pero... ¿Y si no quería decir amiga porque no me ve como tal, o
séase, un poco más? No, eso es imposible. Como dije antes, no se
fijaría en mí.
En cuanto terminó la partida, Rubén y
Alex se fueron a no sé dónde, porque no les escuché, y nos
quedamos Mangel y yo solos en el comedor.
- Y dime, Lau, ¿cuándo te mudaste
aquí?
- Pues... hará un mes y medio, más
o menos.
- Vaya, entonces eres nueva en el
edificio.
- Síp.
- ¿Y eres nueva en la zona?
- Un poco, ya que solo salgo de casa
para ir al centro comercial o para ir al trabajo, que está aquí al
lado.
- Pues algún día podríamos
quedar, así podrás conocer a la gente de la zona. Son muy majos
todos.
- Sí, los cuatro, algún día –
intervino Rubén desde su habitación -. Miguel, ¿puedo hablar
contigo un momento?
- Claro.
Y me dejaron sola en el comedor.
Acaricié a Raspberry un rato hasta que volvieron los dos con una
sonrisa y se sentaron cada uno a un lado mío.
- Em... ¿Dónde está Alex?
- Se ha tenido que ir – respondió
Rubén -. ¿Os apetece jugar un rato más?
- ¡Claro! - exclamó Miguel
- Lo siento, me tengo que ir. Se me
ha hecho tarde y tengo que madrugar.
- Ah, vale... - dijo Rubén –
Bueno, pues te acompaño a la puerta – se levantó y fuimos juntos
hasta la puerta, donde me giré para despedirme y le descubrí mirándome con los ojos brillándole y una sonrisa en la cara. Nos
quedamos unos segundos eternos mirándonos, hasta que él rompió la
tensión -. Nos has dado una paliza en el Halo. A ver si eres una
experta y no nos hemos enterado... - nos reímos
- Sí, juego por las noches para
hacerme profesional y no duermo nunca, porque soy un vampiro – nos
vovlimos a reír, y se tapó la boca para toser. Pude observar que
en su muñeca llevaba un pañuelo, y que estaba atado municiosamente
- Bueno... Gracias por lo de Wilson.
Ha sido muy amable por tu parte.
- No es nada. Y a ver si llevamos a
cabo el plan que decía Miguel.
- Eso espero. Bueno, adiós.
- Adiós.
Me alejé mientras él cerraba la
puerta. Entré en casa y vi que la subida de mi vídeo ya estaba
completa, y que ya tenía un “me gusta”. Era de Rubén. Qué
amable. Espero que no se vaya nunca.
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