viernes, 21 de agosto de 2015

CAPÍTULO 12 | El principio de todo | Rubén P.O.V.

RUBÉN P.O.V. (Ponit of view-punto de vista) {Vamos, que narra él}

Mediados de julio

¡No me digas lo que puedo o no puedo hacer!
- ¡Sí, te lo digo! ¡No puedes ir por ahí contándole a la gente dónde vivo! Ya no sé cuántas veces me he mudado por tu culpa.
- Mira, Rubén...
- No, mira tú, Jannie. No voy a tener más problemas contigo. ¿Sabes, por qué? ¡Porque corto contigo! Coge tus cosas ahora mismo y vete.
- Muy bien. Perfceto. ¡Perfecto! Con todo el tiempo que hemos estado juntos... Muy bonito por tu parte, Rubén – fue a la habitación dando un portazo y volvió diez minutos más tarde con dos maletas. Al parecer, llenas -. Me voy a casa de mi madre. Por si me necesitases, sabrás dónde...
- No te voy a necesitar, Jan – la interrumpí -. Esto no es una pelea como las otras, esto es de verdad. No voy a volver contigo, y no te necesito.
- Pues bien. Adiós – se dispuso a salir por la puerta, pero dio media vuelta, dejando las maletas en la entrada -. Antes de irme, voy a joderte un poco más.

Fue otra vez a la habitación, pero esta vez la seguí. Vi cómo abría la cómoda y sacaba mis calzoncillos favoritos: los de Batman. Los lanzó por la ventana, haciendo que cayera en el patio del vecino de abajo, que hace meses que no hay nadie ahí.

- A ver cómo coges eso, imbécil.
- Muy maduro por tu parte, adiós.

La empujé delicadamente hasta la puerta, le saqué las maletas y cerré la puerta lo más fuerte que pude. Inmediatamente, me apoyé en ella y fui arrastrándome hasta que toqué el suelo. Encogí las piernas y las envolví con los brazos, mientras escondía la cabeza entre ellas. Una cálida lágrima se arrastró por mi mejilla hasta caer al suelo, seguida por unas cuantas más y sollozos por mi parte: acababa de perder a mi novia.

En cuanto recobré un poco la compostura, bajé al piso de abajo y llamé al timbre, a ver si había suerte. Y sí, la hubo: una chica delgada a la que le pasaba la cabeza y que llevaba una gorra de Minecraft que le tapaba la cara apareció por la puerta.

- Em... hola... - saludé un poco tímido
- Hola – respondió la muchacha. Su voz era suave, y muy bonita -. ¿Te puedo ayudar en algo?
- Sí... Verás... Soy el vecino de arriba y... bueno... estaba tendiendo la ropa - me ruboricé todo lo que podía y más. No creo que haya sentido tanta vergüenza en mi vida
- A ver si adivino, se te ha caído algo a mi patio – adivinó ella. Vaya, además de tener una voz bonita, era inteligente
- Sí.
- Ahora voy a cogerlo. Espera aquí un momento.

Se alejó hacia una puerta que seguro que daba al patio y me quedé apoyado en la puerta, esperando. Volvió unos instantes después con lo que pude ver una sonrisa en la cara y mis calzoncillos.

- Gr-gracias... y siento molestar...
- Tranquilo, será nuestro secreto.

Me reí ligeramente. Al menos se lo toma con humor.

- Por cierto, ¿eres nueva en el edificio?
- Sí, justo he terminado de mudarme ésta mañana. Ha sido un buen regalo de bienvenida – nos reímos -. Bueno, me tengo que ir. Me has pillado un poco... ocupada.
- Ah, vale. Por si me necesitas, estoy en el piso de arriba
- Muy bien. Hasta luego.
- Adiós.

Y cerró la puerta. Di media vuelta y subí un tramo de escaleras para ir a casa. En mitad de éstas, había una camiseta. Se le habrá caído a Jan mientras se iba. La cogí y pude percibir su olor mientras cerraba la puerta de casa. Por segunda vez en ese día, me convertí en un monstruo lleno de llantos encogido. Echaría mucho de menos a Jannie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario