RUBÉN P.O.V. (Ponit of view-punto de
vista) {Vamos, que narra él}
Mediados de julio
- ¡No me digas
lo que puedo o no puedo hacer!
- ¡Sí, te lo
digo! ¡No puedes ir por ahí contándole a la gente dónde vivo! Ya
no sé cuántas veces me he mudado por tu culpa.
- Mira, Rubén...
- No, mira tú,
Jannie. No voy a tener más problemas contigo. ¿Sabes, por qué?
¡Porque corto contigo! Coge tus cosas ahora mismo y vete.
- Muy bien.
Perfceto. ¡Perfecto! Con todo el tiempo que hemos estado juntos...
Muy bonito por tu parte, Rubén – fue a la habitación dando un
portazo y volvió diez minutos más tarde con dos maletas. Al
parecer, llenas -. Me voy a casa de mi madre. Por si me necesitases,
sabrás dónde...
- No te voy a
necesitar, Jan – la interrumpí -. Esto no es una pelea como las
otras, esto es de verdad. No voy a volver contigo, y no te necesito.
- Pues bien.
Adiós – se dispuso a salir por la puerta, pero dio media vuelta,
dejando las maletas en la entrada -. Antes de irme, voy a joderte un
poco más.
Fue otra vez a la
habitación, pero esta vez la seguí. Vi cómo abría la cómoda y
sacaba mis calzoncillos favoritos: los de Batman. Los lanzó por la
ventana, haciendo que cayera en el patio del vecino de abajo, que
hace meses que no hay nadie ahí.
- A ver cómo
coges eso, imbécil.
- Muy maduro por
tu parte, adiós.
La empujé
delicadamente hasta la puerta, le saqué las maletas y cerré la
puerta lo más fuerte que pude. Inmediatamente, me apoyé en ella y
fui arrastrándome hasta que toqué el suelo. Encogí las piernas y
las envolví con los brazos, mientras escondía la cabeza entre
ellas. Una cálida lágrima se arrastró por mi mejilla hasta caer al
suelo, seguida por unas cuantas más y sollozos por mi parte: acababa
de perder a mi novia.
En cuanto recobré
un poco la compostura, bajé al piso de abajo y llamé al timbre, a
ver si había suerte. Y sí, la hubo: una chica delgada a la que le
pasaba la cabeza y que llevaba una gorra de Minecraft que le tapaba
la cara apareció por la puerta.
- Em... hola...
- saludé un poco tímido
- Hola –
respondió la muchacha. Su voz era suave, y muy bonita -. ¿Te puedo
ayudar en algo?
- Sí...
Verás... Soy el vecino de arriba y... bueno... estaba tendiendo la
ropa - me ruboricé todo lo que podía y más. No creo que haya
sentido tanta vergüenza en mi vida
- A ver si
adivino, se te ha caído algo a mi patio – adivinó ella. Vaya,
además de tener una voz bonita, era inteligente
- Sí.
- Ahora voy a
cogerlo. Espera aquí un momento.
Se alejó hacia una
puerta que seguro que daba al patio y me quedé apoyado en la puerta,
esperando. Volvió unos instantes después con lo que pude ver una
sonrisa en la cara y mis calzoncillos.
- Gr-gracias...
y siento molestar...
- Tranquilo,
será nuestro secreto.
Me reí
ligeramente. Al menos se lo toma con humor.
- Por cierto,
¿eres nueva en el edificio?
- Sí, justo he
terminado de mudarme ésta mañana. Ha sido un buen regalo de
bienvenida – nos reímos -. Bueno, me tengo que ir. Me has pillado
un poco... ocupada.
- Ah, vale. Por
si me necesitas, estoy en el piso de arriba
- Muy bien.
Hasta luego.
- Adiós.
Y cerró la puerta.
Di media vuelta y subí un tramo de escaleras para ir a casa. En
mitad de éstas, había una camiseta. Se le habrá caído a Jan
mientras se iba. La cogí y pude percibir su olor mientras cerraba la
puerta de casa. Por segunda vez en ese día, me convertí en un
monstruo lleno de llantos encogido. Echaría mucho de menos a Jannie.
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