domingo, 16 de agosto de 2015

CAPÍTULO 6 | Conociendo al vecino de arriba

La puerta se abría lentamente, haciendo un chirrido un poco molesto. En un instante, la cabeza de él apareció, mirándome. Tenía una cara de confusión, seguramente igual que la mía. Nos quedamos unos segundos mirándonos, mutuamente, hasta que rompí el silencio.

- ¡Eres tú el de los calzoncillos de Batman!

Los dos nos reímos a carcajadas y la tensión se fue por completo.

- ¡Qué casualidad! O sea, ¿eres tú la vecina de abajo?
- Sí. Y tú eras el que gritaba a las tantas de la noche.
- Sí... - se rascó la nuca - Perdona.
- No pasa nada.
- ¿Te apetece pasar? Total, no tengo nada que hacer...
- Claro

Se echó a un lado para que pudiera pasar, algo que hice inmediatamente. Esa casa era idéntica a la mía, solo que de un color de pared diferente y con muebles distintos. Me senté en el sofá y su gata negra se puso encima de mí. La acaricié y arqueó el lomo mientras ronroneaba. De repente rubius entró en la estancia con dos refrescos.

- Le has caído bien - rió
- Sí - yo también reí -. Por cierto, ¿te puedo hacer una pregunta?
- Dispara.
- ¿Por qué cada vez que llamaba al timbre de tu casa no me abrías?

Sonrió ligeramente y bebió un sorbo de su lata.

- Desde la mirilla parecías una fan obsesiva, y no les abro para que piensen que ésta no es mi casa y que se han equivocado.
- Ah, claro.
- ¿Y yo te puedo hacer una pregunta?
- Ya la has hecho.
- Touché. Pues otra más.
- Dime.
- ¿Qué te pasaba el día que fui a tu casa?
- ¿A qué te refieres?
- Mirabas mis zapatos como si fueran de oro.
- Ah, sí. Es que me estaba tiñendo el pelo y no quería que nadie me viera así - solté una risa, igual que él
- Pues mola mucho, la verdad.
- Gracias - pude notar cómo las mejillas se me enrojecían, y seguro que él lo notó también, porque soltó una pequeña risa.

Nos pasamos hablando y jugando a la Play toda la noche, hasta que me di cuenta de que se hicieron las dos de la mañana. Me despedí y fui a mi casa, aunque tampoco es que quedara lejos, que digamos. Me preparé para ir a la cama y recibí un mensaje, justamente de él, que decía "espero repetir esta noche algún día más", a lo que respondí "Por supuesto. No tengo escapatoria, sabes dónde vivo...". Dejé el móvil en la mesilla y me di la vuelta en la cama. Acababa de conocer a uno de mis ídolos, creo que fue un día productivo.

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