domingo, 23 de agosto de 2015

CAPÍTULO 16 | El plan casi perfecto

Otra vez a madrugar. Al menos no era lunes, y sólo tenía que trabajar cuatro días más, ya que tenía vacaciones durante un mes en cuanto termine la jornada del viernes.

Otra vez volví a la rutina. No era solo del lunes, era de todos los días de la semana. El café, los pocos clientes, el descanso, bla bla bla.

Cuando terminé mi turno el tema de Rubén aún me rondaba por la cabeza: ese pañuelo que llevaba en la muñeca... Sabía qué era eso, y no es para estar muy orgulloso. Lo sé por experiencia porpia. Hace pocos días pensé en mi ex y pensaba que le echaba de menos, y me hice eso para castigarme por pensar en él. Tengo una vida muy cómoda, con un trabajo, amigos... pero mi ex me lo hizo pasar muy mal. Solo me pude librar de él mudándome de casa. Sí, él era el motivo. Pero ahora no me quería preocupar de eso. Lo que me preocupaba era que Rubén pasase por lo mismo que yo. Solo con pensarlo unos escalofríos me recorrían el cuerpo.


Comí intentando no pensar en eso, pero me era imposible, tenía que hablar inmediatamente con él, pero no podía decirle que debíamos hablar así por las buenas, debía montar un plan. Después de pensar en un plan, decidí ir a su casa para llevarlo a cabo.

Me repasé el maquillaje y me vestí con ropa de salir para ir arriba y llamar al timbre. Instantes después estaba plantado delante de mí, con un pantalón de chandal y una camiseta suelta.

- Hola... Me estaba preguntando si te gustaría... ver una... película conmigo, en mi casa - una sonrisa amplia se asomó por su boca. Goku mío, estaba monísimo con esa sonrisa. No, Lau. Ya sabes que no le gustas, no tengas ese tipo de pensamientos
- Pues claro. Espera a que me cambie y voy contigo.
- De acuerdo.

Me quedé apoyada en la puerta hasta que, minutos después, apareció con unos vaqueros y otra camiseta. No pude evitar fijarme en que llevaba una muñequera en el mismo sitio donde estaba el pañuelo, pero subí la mirada rápidamente, para que no notase nada.

- ¿Vamos?
- Sí.

Bajamos hasta mi casa, donde fui directamente a hacer palomitas mientras Rubén escogía la película. En cuanto tenía las palomitas en dos boles pequeños, fui al comedor, me senté en el lado opuesto del sofá y le entregué las palomitas. Me dio el mando y le di al play a la película, la cual supe cuál era al instante. Podría haber puesto cualquier otra, podía haber puesto una de acción, una de tensión, o una comedia romántica. Pero no, tuvo que poner la única de miedo que había en el estante: Sinister. No sé ni por qué tenía esa película, creo que venía con una revista o algo así. Pero no podía echarme atrás, ya le había dado al play y no iba a quedar como una completa miedica.

Ya llevábamos una hora de película. Yo tenía tanto miedo que estaba temblando, pero Rubén ni se inmutaba.

- ¿No tienes miedo?
- No, se nota demasiado que todo está hecho por ordenador. ¿Y tú?
- ¿Yo? Pff, ni pizca de miedo - de la nada salió un monstruo en la película, a lo que yo pegué un grito junto con un salto, tirando el bol de palomitas vacío al suelo. Menos mal que era de pástico
- Ya, claro. Ven, que te protejo de los monstruos.

Levantó un brazo, indicando que me acurrucara junto a él. Dudé unos instantes, pero me acerqué. Total, no me veía ni siquiera como a una amiga... Apoyé mi cabeza en su hombro y mis manos en su pecho encogiendo las piernas encima del sofá, mientras él me envolvía con su brazo izquierdo y apoyaba el derecho en el brazo de éste.

Seguimos mirando la película y, efectivamente, estaba más relajada. Subí la mirada discretamente y vi cómo miraba la película con una pequeña sonrisa. Estaba tan guapo...

No, Lau, para ya. Sabes que no le vas a gustar, y si te llenas la cabeza con esos pensamientos vas a sufrir. Es mono, valiente, protector, amable... Pero no debes pensar eso. Fush, fush.

Instantáneamente él bajó la cabeza, mirándome. Nos quedamos así unos instantes, hasta que habló.

- ¿Pasa algo?
- Nada, nada. Solo que...
- ¿Mhm?
- Nada, da igual. Cosas mías.
- Bueno, vale.

Seguimos viendo la película hasta el final. Él seguía igual de sonriente, pero yo estaba cagada. Menos que antes, pero lo estaba.

Apagué la tele y miré la hora: solo eran las seis, así que tendría tiempo de hablar con él detenidamente. Me incorporé, me alejé de él hasta ponerme en la otra punta del sofá y crucé las piernas, poniéndome de cara a él.

- Rubén... - se incorporó poniendo una pierna encima del sofá, mirándome - Tenemos que hablar.

Una sonrisa se asomó por sus labios, pero desapareció en cuanto vio que yo no estab sonriendo.

- ¿Pasa algo malo?
- Bueno... A ver, ya sé que casi no nos conocemos, y seguro que no me tomas ni como a una amiga, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí y contarme todo lo que pasa.
- Muy bien, gracias por decirlo, pero... ¿Por qué lo dices en ese tono tan sombrío?
- Dame tu mano.
- Vale - me entregó la mano con la muñequera. Me extrañé de que no se negara, pero se la cogí igualmente. Le quité la muñequera y pude observar... nada. Solo que estaba más blanco que su piel -. ¿Por qué me quitas la muñequera?
- ¿Por qué la llevas? - se rió
- La llevo desde siempre, es como si llevaras una pulsera que te gusta mucho: nunca te la quitas.
- Vaya, yo pensaba que lo estabas pasando mal y que... ya sabes - pasé un dedo por la muñeca que tenía al descubierto, intentando imitar la acción que pensaba que él hacía.

Me coloqué mejor las pulseras y las gomas del pelo que llevaba yo misma en la muñeca. Pensaba que si encontraba a alguien que hacía lo mismo, podríamos contárnoslo todo, pero me equivoqué.

No hay comentarios:

Publicar un comentario