domingo, 23 de agosto de 2015

CAPÍTULO 17 | ¿Por qué lo haces?

Me miró con una pequeña sonrisa.

- Bueno, eso es algo que no se debe hacer y... - se interrumpió a sí mismo cuando miró cómo me colocaba las pulseras de manera estratégica. Segidamente, su mirada de sorpresa se dirigió a mí - Déjame ver lo que tienes tú debajo de las pulseras.
- No.
- Va.
- Que no. No hay nada que ver.
- Pues si no hay nada que ver, puedes enseñare tu muñeca.
- No.
- Pues te tendré que obligar.

Con un acto reflejo, aparté el brazo que estaba a punto de atrapar entre sus manos y me levanté corriendo del sofá, pero él también lo hizo. Fui corriendo hasta mi habitación para encerrarme y que se vaya, pero me cogió por la cintura y me levantó del suelo antes de que pudiera hacer nada. Me llevó por los aires otra vez hasta el sofá, mientras yo pataleaba y le gritaba que me soltase.

Me sentó en él con delicadeza y me sujetó de los dos brazos por encima de mi cabeza, pero yo aún seguía forcejeando, hasta que pegó sus manos al respaldo del sofá, con mis brazos entre ellas. Puso una pierna a cada lado e las mías y se me quedó mirando con una cara entre enfado y preocupación. Aguantó mis manos ahí hasta que dejé de forcejear, rindiéndome. Dejé caer los brazos. Cogió la muñeca que estaba repleta de pulseras y las fue quitando una a una, dejando ver los múltiples cortes.

Se sentó a mi lado y me miró, pero no le devolví la mirada. Encogí las piernas encima del sofá, envoliéndolas con los brazos y escondiendo la cabeza entre ellas para que Rubén no viera las lágrimas que salían de mis ojos. Él no dijo nada, solo me envolvió en un abrazo hasta que me tranquilicé. En cuanto lo hice, me senté correctamente, pero seguía mirando al suelo, avergonzada por hacer que Rubén me viera así, pero se arrodilló enfrente de mí para ver mi cara, en vano.

- ¿Por qué lo has hecho?
- Pues... por mi ex.
- ¿Qué te hizo?
- Nada, solo ser mi ex.
- ¿Entonces?
- Todo el mundo me dice que me olvide de él, que no lo merecía, que era un ser despreciable...
- ¿Un ser despreciable? ¿Qué te hizo?
- No quiero hablar de eso ahora.
- Bueno, vale. Sigue.
- Pues eso, me decían que no lo debo echar de menos, pero lo hacía, porque él era el único que me quiso, y cada vez que pensaba en él... Me castigaba.
- O sea... ¿Te castigabas por acordarte de tu ex?
- Sí. Cada vez que me acuerdo, me siento fea, me siento... Siento como si nadie excepto él me hubiese querido, y como si nadie me quisiese.
- Oye... Hay gente que te quiere, ¿vale? tus amigos, tu familia...
- Pero... ellos me quieren porque deben. Nadie en la vida me ha querido como algo más que su amiga, o su hija, o su hermana. Nadie ha sentido nada por mí, excepto mi ex.
- Eso es mentira.
- ¿Ah, sí? ¿Y cómo puedes saber que es mentira?
- Simplemente... lo sé.
- Dime alguien que me quiera, solo alguien que crees que me quiere.
- Yo.
- No, tú me quieres como amiga - me levantó la barbilla con el dedo índice
- ¿Seguro?
- ¿Qué?

Nos miramos a los ojos. Su rostro cada vez se acercaba más al mío, hasta que nos unió en un cálido beso. Sus labios eran suaves y delicados. Un calor inmenso y reconfortante invadió todo mi cuerpo, y tuve la sensación de volar. Un escalofrío me recorrió de la cabeza hasta la punta de los dedos, y era muy reconfortante.

Nos alejamos lentamente y nos miramos a los ojos. Se mordió el labio. Goku mío, qué sexy estaba.

Y ya estaba comprobado: Rubén me gustaba, y mucho.

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