sábado, 22 de agosto de 2015

CAPÍTULO 9 | Un día con Rubén

Me enseñó toda la casa en un mini-tour. Bastante chula, hay que admitir. En cuanto terminó, le miré bien la cara, y vi que estaba muy blanco. ¿No salía o qué? Decidí preguntarle.

- Oye... ¿Por qué estás tan blanco?
- Bueno... No salgo mucho de casa, porque me paran cada dos segundos pidiendo una foto y, bueno, no puedo tener un rato solo con mis amigos.
- Entendible. Pero... ¿No has oído las noticias? Estamos en agosto, todo el mundo de Madrid se ha ido de vacaciones, solo hay gente mayor. Es la mejor época para salir.

Se quedó unos instantes pensando, hasta que obtuve una respuesta.

- ¡Es verdad! Podríamos incluso cruzar la calle sin tener que mirar.
- ¡Pues claro! Vamos a algún sitio al aire libre, a ver si te da el sol.

Salimos de su casa cuando puso todo en orden y nos dirigimos directamente a un parque para niños. Sí, los veinteañeros pueden jugar en un parque igualmente. Estuvimos allí un buen rato, hasta que nos cansamos y fuimos a tomar algo a una terraza vacía. Había un sitio perfecto para ir: el bar donde trabajo. Era mi día libre, pero el jefe me dejó servir dos refrescos. Los tomamos con máxima tranquilidad, sin nadie que nos molestara. Lo terminamos y lo tuve que limpiar yo misma para no pagarlo, entonces nos dirigimos al Centro Comercial.

La primera tienda a la que queríamos entrar los dos era Game, donde compramos un montón de videojuegos. No compramos los mismos porque los podríamos compartir. Fuimos a tiendas de ropa, donde él se compró dos camisetas, una muñequera y un pantalón, y yo me compré dos gorras, una blusa, tres camisetas, un par de zapatos y un par de pantalones.

Cuando salimos del Centro Comercial se hizo de noche, así que decidimos disfrutar de una oscuridad mejor: el cine. Fuimos a ver la nueva de miedo: Eliminados. Claro está, los dos nos asustábamos, pero Rubén lo sabía disimular para no quedar como una nena, aunque eso en realidad me daba igual.

En cuanto salimos del cine, nos compramos un helado y fuimos a casa. Me acompañó hasta la puerta (normal, vive en el piso de arriba) y allí me despedí de él.

- Ha sido un buen día, ¿no?
- Me ha encantado. Creo que ahora soy un mulato - nos reímos -. Espero que lo repitamos, Laura.
- Lau.
- ¿Qué?
- Que me gusta que me llamen Lau, en vez de Laura.
- Ah, de acuerdo. Espero que lo repitamos, Lau.

Se fue alejando de mi puerta lentamente mientras yo la cerraba. Me fui a la cama y, después de mil pensamientos malignos que vinieron a mi cabeza por culpa de la película, me dormí.

Aquella noche soñé que un fantasma llegaba a mi casa, cogía un cuchillo y me iba destripando poco a poco. Síp, estaba teniendo una pesadilla. Grité mucho en el sueño, y al parecer también en la vida real, porque Rubén estaba ahí, de pie, delante mío, intentando despertarme con la luz encendida y una cara de espanto.

- Ru - Rubén... ¿Cómo coño...?
- Creo que los de China se han quejado de tus gritos.
- Ah... Perdona... ¿Pero cómo has entrado?
- Oí tus gritos y fui corriendo a ver qué te pasaba. Gracias a dios, te dejaste las llaves puestas y pude abrir.
- ¿Mis...?

Levantó una mano, sosteniendo mis llaves.

- Dios... Soy una torpe...
- No pasa nada. ¿Vas a estar bien aquí sola?
- Em...
- No respondas, sé que no. Miedica... - se me formó una pequeña sonrisa en los labios
- Yo no soy una miedica.
- ¿Ah, no? ¿Y por qué me estás cogiendo la mano como si te fueras a caer por un precipicio? - miré hacia mi mano y, efectivamente, estaba sujetando la suya con mucho énfasis. Me reí ligeramente, la solté y le miré - Bueno, me voy a quedar aquí sentado hasta que duermas - indicó mientras cogía la silla de mi escritorio y se sentaba en ella
- No hace falta...
- Sí la hace. Y tú solo preocúpate de dormir. No te preocupes por mí, yo estoy bien, y contigo.
- De acuerdo.

Cerré los ojos, pensando en cosas bonitas. Instantes después, me quedé profundamente dormida.

Esa misma noche soñé con Rubén. Soñaba que se acercaba a mí lentamente y me decía un par de cosas. Luego me daba un beso en la mejilla y se alejaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario