viernes, 23 de octubre de 2015

CAPÍTULO 25 | Desayunando tortitas

Me desperté con la almohada llena de babas; sabía que no tenía que dormir con la boca abierta.

Fui a la habitación y vi a Sele durmiendo profundamente en la cama. Qué mona. Me dirigí a la cocina para empezar a preparar tortitas para todos. Ya de paso, miré la hora: las nueve y media de la mañana. Era la hora perfecta para tener todas las tortitas hechas cuando todos se levantasen.

Cogí un bol, puse los ingredientes y los fui mezclando hasta hacer la masa. Poco a poco y con la ayuda de un cazo, puse la masa en una sartén para que se fueran haciendo.

Cuando terminé miré otra vez el reloj: las once. Hora perfecta para levantar a todos.

Fui primero a por Sele con una cazuela y una cuchara de madera. Me puse a diez centímetros de su oreja y procedí a despertarla.

- ¡Desperta! - grité mientras golpeaba la cazuela con la cuchara - ¡Dormilona! - Al instante, mi amiga se despertó sobresaltada, a lo que paré de hacer ruido - Buenos días. Ya es hora de levantarse, he hecho tortitas.

- ¿Tortitas? - preguntó mirándome con los ojos como platos

- Síp, tortitas. Pero - le agarré del brazo antes de que fuese a la cocina y arrasase con todo - debemos despertar a los chicos.

Una sonrisa maléfica surgió por nuestra cara y fuimos a coger otra cazuela y otra cuchara. Subimos y cogí la llave escondida bajo el felpudo. Abrí con cuidado y entramos sin hacer el más mínimo ruido. Fuimos poco a poco abriendo las puertas de las habitaciones para proceder a despertarlos desde el comedor.

Gritamos y golpeamos los cacharros lo más ruidosamente posible, consiguiendo nustro objetivo: despertarlos a todos y que fueran a por nosotras. Rápidamente, Rubén me cogió por la cintura y me elevó en el aire. Fue caminando hasta el balcón, pero se paró en seco en cuanto grité "¡Hay tortitas!".

Fuimos los cinco a mi casa, todos en pijama, y el resto se sentó mientras yo traía las tortitas. En la mesa habían muchas tazas, café, cacao en polvo, leche azúcar, y muchas cosas más.

Nos lo estabamos pasando genial; reíamos, explicabamos lo que nos ha pasado todo éste tiempo, contabamos chistes... Todos estabamos felices, por una vez.

No sé cuánto tiempo llevaba estando triste, encerrándome en mí misma y sin pedir ayuda, refugiándome en casa, sin salir, sin que me dé el sol casi...

Ahora tenía alguien que me quería de verdad, no alguien despreciable como mi ex, y tenía a mis amigos, que, aunque no me lo dijesen, sé que siempre van a estar ahí, para no dejarme caer, o ayudarme a levantarme.

Por fin, después de bastante tiempo, era feliz, y eso me gustaba.

jueves, 22 de octubre de 2015

CAPÍTULO 23 (ESPESIAL VUELTA AL FANFIC :D) | Flashback

Un mes antes de la mudanza de Laura

¡Hola, cariño!

- Hola, preciosa.

Hacía solo un segundo que le había dado al botón de videollamada para hablar con Sele, ya que hacía mucho que no hablábamos y aproveché que Cristian, mi novio, no estaba en casa.

- ¿Cómo estas?

- Bien, ¿y tú?

- Perfectamente. Dentro de una semana Jorge y yo hacemos dos años de novios – comunicó Sele emocionada

- ¡Qué bien! Dentro de dos años más, quiero una invitación a la boda – las dos reímos

- Tranquila, serás la dama de honor – me guiñó un ojo

Abrí la boca para decir algo, pero oí la puerta de entrada abrirse y cerrarse: Cristian había llegado a casa.

- ¡Mierda!

- ¿Pero qué pasa?

- Cristian.

- Vaya...

- Te tengo que dejar. Te enviaré un mensaje luego, ¿vale preciosa?

- De acuerdo preciosísima. Chao.

- Chao.

Cerré la pantalla del ordenador a la vez que se abría la puerta de la habitación mostrando a un muchacho alto, muy corpulento, con el pelo castaño rapado y, al parecer, de mal humor.

- ¿Con quién hablabas?

- Con Selena.

- No me mientas. Seguro que estabas hablando con tu amante.

- No, ya te he dicho que estaba hablando con Selena. Y no tengo ningún amante.

- No te creo – sin que me diera cuenta, ya me tenía fuertemente agarrado del brazo, a pocos centímetros de su cara de mosqueo -. ¿Con quién hablabas?

- ¡Ya te lo he dicho! ¡Estaba hablando con Selena!

- ¡A mí no me levantes la voz! - su agarre a mi brazo era cada vez más fuerte, haciendo que me doliera más y más, además de que estaba apretando justo en el sitio donde me dejó un moratón el otro día - ¡Dime ya con quién hablabas! ¡Y no me digas que con Selena, porque no te creo!

- ¡Con Se...!

- ¡Mentirosa! - gritó fuertemente a la vez que me daba una bofetada en la mejilla, tirándome hacia la cama - ¡DIME QUIÉN ES ESE!

- ¡No hay ningún “ese”! - una lágrima se asomaba por mi dolorida mejilla. La aparté inmediatamente. No me había visto llorar nunca, y ese no era el momento - ¿Por qué te crees que te engañaría?

- ¡PORQUE ERES UNA PUTA QUE SE ACUESTA CON TODOS!

Me cogió de la pierna y me arrastró hasta el suelo, frío y duro. Me dio una patada en las costillas, seguida por un alarido mío. Con las fuerzas que me quedaban pude gritarle:

- ¡No soy una puta! ¡Sabes que te quiero a ti y solo a ti!

- ¡Pues no se nota! ¿A dónde vas cada mañana?

- ¡A trabajar, algo que tú deberías hacer para que no nos deshaucien!

- ¡Mientes! - otra patada en las costillas - ¡Seguro que te quedas ahí hasta que me voy después de acompañarte y te vas con otro! ¿Pues sabes qué? ¡Eres mía! ¡Mía y de madie más! ¡A ver si te cabe en la cabeza!

- ¡Eso no tiene sentido!

- ¿Que no? ¡Sí que lo tiene, porque es lo que haces! Sucia rata... Me voy al bar. Cuando vuelva, quiero la cena hecha y que dejes de replicar.

Me dio otra patada más y se fue por la puerta. En cuanto oí el portazo, me encogí en el suelo y dejé que los sollozos salieran, hasta no poder más.

No lo entendía; cuando empecé el último año de facultad y le conocí parecía muy buena persona, pero ahora es un monstruo. Ya era la cuarta vez que me mudaba éste año y era la cuarta que me encontraba y se quedaba conmigo. Era una pesadilla.

Una hora después, me levanté como pude, sequé mis lágrimas y fui a por una maleta. La llené con media despensa, mi portátil, mi cartera, el móvil, un poco de ropa, zapatos y maquillaje suficiente para taparme los moratones. La cerré y salí corriendo antes de que Cristian volviera.

Divagué por la ciudad durante horas, o minutos. Había perdido la noción del tiempo. Había encontrado un banco abandonado que estaba abierto para poder dormir durante las próximas semanas, otra vez. Le pregunté al vagabundo que estaba allí si podía dormir allí, a lo que él aceptó. Me fui a una esquina, extendí una manta que cogí en el suelo y doblé una chaqueta para utilizarla de almohada. Posé la cabeza en ésta y me dormí entre sollozo y sollozo; mañana reinventaría mi vida, otra vez.

EXPLICACIÓN DE MI AUSENCIA :(

¡Hola a tod@s!

Ya sé que llevo muuuuuucho tiempo sin seguir el fanfic, pero tengo una explcación: no tengo inspiración.

No sé cómo seguir con la historia, y por eso estoy esperando a que venga mi musa para poder seguir. Pero bueno, haré lo que pueda y le enviaré un WhatsApp a mi musa para que venga jajaja.

Espero poder seguir, y que os esté gustando el fanfic, y que me digáis qué os parece, aspectos que mejorar, etc.

Espero volver pronto y seguir escribiendo como antes :'( .

Atentamente,

Crsitina

martes, 29 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 22 | Recordando el pasado

Desplegamos el sofá cama para estar cómodas mientras veíamos Cómo conocí a vuestra madre, una de nuestras series favoritas. Después de dos capítulos, nos pusimos a hablar.

- Y bueno... ¿Cómo os ha ido sin mí? Os he echado de menos...
- Nos ha ido igual, la verdad. Pero a la vez era diferente porque me quedé sin meja – hizo un puchero y prosiguió -. Aunque sí que hay algo diferente...
- ¿El qué?
- Adivina...
- No soy buena adivinando. Dímelo ya.
- Ah, si no adivinas no vale.
- ¡Dímelo! - grité mientras le estampaba un cojín en la cara y nos reíamos
- Bueno, vale... Corté con Jorge.
- ¿Qué? ¡Pero si hacíais una pareja estupenda! Si fue el único que pasó la preba de la “hermana mayor”.
- Ya... Yo le quería, pero hace ya un mes y medio le vi con otra dándose el lote y...

No pude continuar porque la voz se le quebró. La abracé con todas mis fuerzas hasta que se tranquilizó y cambió de tema instantáneamente.

- Bueno, hoy no es un día triste, ¡hoy hay que estar alegres! Y la protagonista no soy yo, sino tú – la miré con una cara de confusión, a lo que ella prosiguió -. ¡Explícame tu historia con rubius!
- Primero que todo, puedes llamarle Rubén. Y segundo...

Y le expliqué todo; cómo me mudé aquí, los gritos del vecino, la videollamada... Todo. Sin obviar ningún detalle. Sele iba asintiendo cuando tenía que hacerlo, soltando algún que otro “ajá”, sorprendiéndose en las partes más inesperadas...

- Y esa es mi historia con Rubén, por el momento.

Por tercera vez en lo que llevábamos de día, mi amiga soltó un grito. Nos reímos y continuamos hablando.

- Hay algo que no me has dicho... - su semblante se tornó serio. Demasiado, diría yo
- ¿El qué?
- ¿Al final que pasó con... tu ex? La última vez que hablamos por skype colgaste porque vino y una hora después me escribiste un “estoy bien”. Desde entonces no volvimos a hablar. Me preocupé por ti.
- Bueno... Un día discutimos muy, muy fuerte. Más que de costumbre. Ese día no pude más, así que cogí una maleta con lo imprescindible y dormí fuera hasta que encontrara una casa nueva. Y es ésta. Cuando la compré, fui poco a poco aprovechando los momentos en los que él se iba de casa para poner mis cosas en cajas y traerlas. Gracias a Goku, David me ofreció su coche y me ayudó. Para que no pasase como la última vez, me teñí el pelo y adelgacé un poco más, para que no me pudiera reconocer por la calle.
- Vaya... ¿Estás bien?

Una lágrima iba resbalando por mi mejilla. Instantes después, negué con la cabeza, indicando que no, que no estaba bien. Cada vez que recuerdo lo que me hizo me pongo triste, y esa era una de las veces. La única diferencia era que lo que me consolaba no era una cuchilla, sino mi mejor amiga. Nos abrazamos y rompí en llanto, hasta que no quedara ni una gota de tristeza en mi cuerpo. Luego vimos un capítulo más de la serie y Sele se fue a mi cama, mientras yo me acomodaba en el sofá, para caer rendida en un sueño profundo.

jueves, 24 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 24 | Rubén P.O.V.

Subimos Edu, Alex y yo a mi casa. No tuve que enseñársela porque vieron el vídeo de "Mi nueva nueva casa".

- Bueno... - empecé la conversación - hay tres camas: la mía, la de invitados y el sofá. Lo malo es que no se puede convertir en cama.

- No pasa nada - intervino Edu. Se dirigió a Alex -. Como que tú eres el más alto de los dos, yo dormiré en el sofá y tú en la cama.

- ¿No te importa?

- Qué va.

- Pues... - intervine yo - Buenas noches, ¿no?

- Espera - dijo Alex

- ¿Qué pasa?

Los dos muchachos se miraron con una mirada cómplice y asintieron a la vez, y seguidamente me miraron a mí.
Sin esperármelo, Alex cogió el cuello de mi camiseta y me estampó contra la pared. Para ser tres años menor, tenía mucha más fuerza que yo. Edu, detrás de él, empezó a hablar.

- Lau es nuestra mejor amiga, una hermana para nosotros. Así que si le haces daño... - Alex me dio una sacudida, dando a entender el final de la frase - ¿Has entendido? - asentí enérgicamente - Perfecto. Y ésta conversación, no ha existido. Alex, suéltale.

Soltó su agarre, con lo que mis talones podían tocar el suelo, por fin. Le preparé la cama a Alex, haciendo ver que no había pasado nada, y nos hicimos bastante amigos los tres, ya que hablamos y descubrimos que teníamos gustos muy parecidos.

Los tres nos pusimos el pijama y jugamos un rato al Halo hasta que no pudimos más y nos fuimos a dormir.

Ya en la cama me puse a pensar. Lau es muy suertuda, tiene los mejores amigos que darían una paliza al Youtuber con más suscriptores de España por ella.

Lo que me ha rayado es lo de su ex. ¿Qué hizo como para que quedara como un monstruo? Espero no cometer ese mismo error, porque la quiero mucho como para perderla, aunque no se lo haya dicho.

Los párpados se me cerraron hasta quedarme dormido.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 21 | Distribución de casas

Se sentaron en el sofá y me explicaron qué hacían en la capital: estuvieron ahorrando poco a poco para un viaje a Madrid y venir a visitarme. Qué monos.

Estuvimos hablando durante horas para ponernos al día, a la vez que seguíamos jugando al Mario Kart.

Ya se hizo de noche cuando decidieron ir al hotel para descansar; se quedaban durante una semana en Madrid. Curiosamente, el hotel estaba a un par de manzanas de casa.

En cuanto salieron por la puerta, Rubén me cogió de la cintura y me dio media vuelta hasta ponerse cara a cara conmigo.

- Me han caído muy bien tus amigos.
- Eso es bueno, ¿no?
- Es lo mejor que podría pasar. Aunque me alegro de que se hayan ido.
- ¿Por qué?
- Porque quiero hacer esto.

Me envolvió la cintura y me besó apasionadamente. Subí mis piernas y envolví su cintura con ellas. Fue caminando hasta la cama y nos sentó. Sus manos ya estaban agarrando mi camiseta por debajo para quitármela, pero el timbre sonando nos interrumpió.

Fui hasta la puerta mientras suspiraba de indignación y Rubén se apoyaba en la cama, también resoplando.

Ahí estaban otra vez mis amigos, aún cargando con las pesadas maletas. Me apoyé en la puerta.

- ¿Qué pasa ahora?

Edu miró a Alex y a Sele y luego me miró con una fingida cara de niño bueno.

- Pues... Hemos pasado tanto tiempo aquí que le dieron nuestras habitaciones a otros - puso una sonrisa de oreja a oreja fingida
- ¡No me jodas! ¿Y dónde vais a dormir?
- Eso te queríamos decir...

Solté un enorme suspiro.

- Sí, os podéis quedar a dormir. Pero solo hasta encontréis habitación, ¿de acuerdo?

Los tres asintieron con ánimo. Me hice a un lado para que pasaran y dejaron sus cosas en el recibidor. Pasaron y se sentaron en el sofá a la vez que Rubén salía de la habitación a ver quién era. Me miró y luego a los visitantes, que estaban hablando entre ellos. Hice un movimiento de cabeza para indicarle que fuéramos a la habitación, donde le expliqué que se quedarían a dormir un par de días.

- ¿Y dónde dormirán?
- Pues Sele dormirá conmigo en la cama y los chicos pueden dormir en el sofá, que se puede convertir en una cama enorme.
- ¿Y por qué no se suben los chicos conmigo? Tengo el sofá y una cama para invitados.
- Pues... ¿No te importa?
- Claro que no.

Posó un pequeño beso en mis labios y fuimos al salón para comunicarles dónde dormirán.

Los chicos se fueron directamente a casa de Rubén, ya que eran las doce de la noche y el viaje ha sido pesado. En cambio, Sele y yo hicimos una noche de chicas.

martes, 1 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 20 | Gritos incesantes

- ¿Qué se te ofrece?
- Solo quiero estar con mi novia. ¿Acaso no puedo?

Una sonrisa se me asomó por mis labios.

Ya llevábamos una semana saliendo y todo iba perfecto. Además, mis vacaciones habían empezado y tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que quiera, y pasaba la mayoría saliendo por ahí tanto con Rubén como con Ana y David.

Le dejé entrar y nos sentamos en el sofá para jugar juntos al Mario Kart.

Ya le había ganado cuatro carreras cuando el timbré sonó. No esperaba a nadie, pero fui a abrir igualmente.

Plantados en la puerta había dos chicos y una chica; ésta era una castaña con el pelo hasta los codos y un piercing en la nariz, un poquito más bajita que yo. A su derecha estaba un muchacho al que le pasaba un par de dedos de altura, pero no se notaba, ya que esa era la altura de su pelo rubio oscuro rapado por los lados y rizado y largo por arriba. El tercer chico era alguien con el pelo corto y negro como el carbón y muy alto y delgado con unas gafas de pasta negras. Me debía pasar una cabeza. Se podría decir que era tan alto como Rubén.

A esas tres personas las conocía; eran mis mejores amigos de Barcelona. Cuando me mudé a Madrid, ellos se tuvieron que quedar, ya que era un año mayor y por lo tanto no podían independizarse aún. Durante los dos primeros años hablábamos cada día por skype, pero poco a poco se volvía menos constante, aunque hablábamos alguna que otra vez. Pero allí estaban, justo delante de mí.

Los cuatro soltamos un grito a la vez, cada uno en una tonalidad diferente, y nos abrazamos. Instantes después apareció Rubén. Claramente, ellos sabían quién era, así que soltaron otro grito aún más fuerte, provocando que pegara un bote hacia atrás. Cuando se calmaron, decidí romper el silencio.

- ¡Madre mía, no me lo creo! Selena, Edu, Alex... ¿Qué hacéis aquí?
- ¿Seguro que eres tú la que tiene que hacer las preguntas? - cuestionó Alex
- ¡Pues claro! Empezando por explicarme qué te ha pasado. La última vez que te vi no podías tocar el techo y no tenías la voz tan grave.
- Pubertad, querida Lau, pubertad - bromeó mientras ponía una mano en el hombro
- Bueno, ¿nos vas a decir qué hace él aquí o no? - insistió Selena mirando a Rubén - ¿No habrás cumplido eso que dijiste de que lo ibas a captu...?

Rápidamente le tapé la boca antes de que pudiera continuar, mientras miraba si Rubén había escuchado. Desafortunadamente sí lo había hecho, porque se estaba conteniendo una risa. Le quité la mano y empecé a hablar.

- Bueno... Él es mi... Vecino... Y... Mi... - le envolví la cintura con las manos y apoyé la cabeza en su pecho, no sin dejar de mirar a mis amigos - novio.

Otra vez los gritos volvieron a aparecer, seguidos de una risa por nuestra parte. Les invitamos a entrar y dejamos que nos explicaran qué hacían ahí.

jueves, 27 de agosto de 2015

CAPÍTULO 19 | Noche de chicas

"Tengo un notición. Te espero en mi casa en media hora"

Enviar.

Síp, le iba a decir a Ana que estaba saliendo con Rubén. Él y yo hablamos y me dijo que no le importaba que se lo dijera a Ana. Perfecto.

A las ocho menos cuarto ya estábamos en el sofá con la película pausada lista para ver. Antes debía explicarle lo de Rubén.

- Y bueno... ¿Cuál es ese notición? ¿Por fin has podido adoptar un perrito?
- No, mucho mejor. ¿Te acuerdas cuando dijiste que Rubén y yo hacemos buena pareja?

Abrió la boca mientras hacía un sonido de sorpresa.

- ¿No estarás...?
- Síp.

Los tímpanos me estallaron justo cuando Ana soltó un grito tan agudo como un ángulo de un grado. Seguidamente me abrazó y fue por toda la casa dando saltitos mientras yo me reía. Cuando se tranquilizó, se sentó y le dimos al play.

Cuando terminó  la película y nosotras paramos de soltar lágrimas, mi amiga se despidió de mí y se fue a su casa. Seguidamente miré la hora y vi que solo eran las diez y cuarto, así que cené un poco y me puse a jugar hasta las doce.

Cuando ya estaba en la cama recibí un mensaje de Rubén.

"Buenas noches 😘"

Me di la vuelta con una sonrisa de oreja a oreja, hasta quedarme profundamente dormida.

CAPÍTULO 18 | Estaba...

- Vaya... - suspiré a la vez que se sentaba a mi lado de cara a mí - ¿En serio... Te... Te gusto?

Una sonrisa se esbozó en su cara. Miró sus manos unos segundos, las cuales estaban entrelazadas en su regazo. Instantes después subió la mirada y me miró a los ojos.

- Em... - se rascó la nuca - S-sí. Siento mucho haber hecho eso, no debería haberlo hecho. Ahora me iré, y haré como si esto no hubiera pasado...
- No.

Le detuve cogiéndole del brazo antes de que llegara a la puerta.

- ¿No?
- Exacto, no.
- ¿Por qué?
- Por esto.

Me acerqué a él y le di otro beso, igual de apasionado, pero más corto. En cuanto me alejé, bajé la cabeza.

- Tú... Tú también... Me gustas.

Me levantó la cabeza cogiendo mi barbilla con los dedos índice y pulgar, pudiendo ver su amplia sonrisa.

Volvió a acercarse y posó sus labios en los míos.

Apoyé mis manos en sus hombros y las entrelacé, mientras él sujetaba mi cintura. Cada vez nuestro beso se intensificó más y más; yo acariciaba su pelo mientras él pasaba su mano delicadamente por mi espalda.

En el momento más inoportuno, el estribillo de equinox de skrillex sonó a todo volumen: estaban llamando a Rubén. Se separó de mí con una cara de frustración y cogió el teléfono.

- ¿Sí? Vale, ya voy - colgó y me miró -. Em... Me tengo que ir.
- Bueno, vale.
- Cuando vuelva... Hablamos, ¿vale?
- No hay nada de que hablar - respondí con una media sonrisa
- ¿Ah, no? - preguntó con una sonrisa ladeada
- Pues no.

Me volví a acercar y le di un pequeño beso.

- Nos vemos luego.
- Vale. Adiós.

Y se fue por la puerta. Me senté en el sofá suspirando. Estaba... ¿saliendo con Rubén?

miércoles, 26 de agosto de 2015

CAPÍTULO 7 | Nuestro gran secreto

Me desperté con el sonido del timbre. ¿Quién podía ser a éstas horas? Miré el reloj y vi que no era tan pronto, que ya era la una de la tarde. Grité un fuerte "¡un momento!" Desde mi habitación, me vestí decentemente, me peiné, me maquillé y fui corriendo a la puerta. Abrí y me encontré lo que me imaginaba: al rubius. ¿Por qué lo sabía? Intuición femenina. En cuanto abrí me miró con media sonrisa.
- Laura...
- ¿Qué pasa, rubius?
- Oh, por favor, llámame Rubén.
- De acuerdo. ¿Qué pasa, Rubén? - soltó una diminuta risilla
- Mira, es que ayer se me olvidó decirte algo...
- ¿El qué?
- Es que... Bueno... No le puedes decir a nadie que me has conocido.
- ¿Qué?
- Espero que lo entiendas, es que si dices que soy tu vecino a alguien, ese rumor se puede propagar y...
- Lo entiendo, tranquilo. A partir de ahora eres el vecino de arriba. Será nuestro secreto - le guiñé un ojo, a lo que él sonrió
- Ya tenemos dos secretos entre nosotros. A ver si nos hacemos espías...

Los dos nos reímos unos segundos a carcajada limpia. En cuanto nos calmamos, le hablé.

- ¿Necesitas algo más? Tengo cosas que hacer.
- ¿Puedo preguntar qué cosas?
- Grabar vídeos, nada más.
- ¿Tu también eres Youtuber?
- Sí, pero mis vídeos son muy malos, mejor no los veas...
- Dime el canal.
- ¿Qué?
- Que me digas el canal. Seguro que tus vídeos son los mejores. Y aunque no lo sean, ya tienes un suscriptor más.
- Bueno vale, te lo escribo - busqué un papel y un boli, pero solo había un rotulador de niños negro, así que escribí el nombre de mi canal en su brazo -. Es éste el nombre.
- Mola. Hasta luego.
Y se fue, dejándome con el rotulador en la mano y mirando a la nada. Cerré la puerta y me puse a grabar un vídeo, aunque el guión lo empecé desde cero, ya que el tema de ese día era "¡He conocido a rubius!".

martes, 25 de agosto de 2015

MI Presentación

¡Hola a todos!

He pensado que estoy escribiendo esto y tal, pero no me conocéis en realidad, así que me presento :/

Me llamo Cristina y tengo 14 años, aunque en noviembre haré 15.

Mis aficiones son Harry Potter, leer, Harry Potter, escuchar música, ver vídeos del rubius, Harry Potter, ver películas, ver vídeos del rubius, dormir y Harry Potter.

Síp, me gusta mucho Harry Potter, además del rubius. Soy una criaturita potterhead /(*.*)/ .

Vivo en Tarragona, Cataluña, pero espero ir a EE.UU. o a Madrid cuando termine todos mis estudios.

Si queréis saber algo más de mí, solamente preguntadme.

Bai :D

domingo, 23 de agosto de 2015

CAPÍTULO 17 | ¿Por qué lo haces?

Me miró con una pequeña sonrisa.

- Bueno, eso es algo que no se debe hacer y... - se interrumpió a sí mismo cuando miró cómo me colocaba las pulseras de manera estratégica. Segidamente, su mirada de sorpresa se dirigió a mí - Déjame ver lo que tienes tú debajo de las pulseras.
- No.
- Va.
- Que no. No hay nada que ver.
- Pues si no hay nada que ver, puedes enseñare tu muñeca.
- No.
- Pues te tendré que obligar.

Con un acto reflejo, aparté el brazo que estaba a punto de atrapar entre sus manos y me levanté corriendo del sofá, pero él también lo hizo. Fui corriendo hasta mi habitación para encerrarme y que se vaya, pero me cogió por la cintura y me levantó del suelo antes de que pudiera hacer nada. Me llevó por los aires otra vez hasta el sofá, mientras yo pataleaba y le gritaba que me soltase.

Me sentó en él con delicadeza y me sujetó de los dos brazos por encima de mi cabeza, pero yo aún seguía forcejeando, hasta que pegó sus manos al respaldo del sofá, con mis brazos entre ellas. Puso una pierna a cada lado e las mías y se me quedó mirando con una cara entre enfado y preocupación. Aguantó mis manos ahí hasta que dejé de forcejear, rindiéndome. Dejé caer los brazos. Cogió la muñeca que estaba repleta de pulseras y las fue quitando una a una, dejando ver los múltiples cortes.

Se sentó a mi lado y me miró, pero no le devolví la mirada. Encogí las piernas encima del sofá, envoliéndolas con los brazos y escondiendo la cabeza entre ellas para que Rubén no viera las lágrimas que salían de mis ojos. Él no dijo nada, solo me envolvió en un abrazo hasta que me tranquilicé. En cuanto lo hice, me senté correctamente, pero seguía mirando al suelo, avergonzada por hacer que Rubén me viera así, pero se arrodilló enfrente de mí para ver mi cara, en vano.

- ¿Por qué lo has hecho?
- Pues... por mi ex.
- ¿Qué te hizo?
- Nada, solo ser mi ex.
- ¿Entonces?
- Todo el mundo me dice que me olvide de él, que no lo merecía, que era un ser despreciable...
- ¿Un ser despreciable? ¿Qué te hizo?
- No quiero hablar de eso ahora.
- Bueno, vale. Sigue.
- Pues eso, me decían que no lo debo echar de menos, pero lo hacía, porque él era el único que me quiso, y cada vez que pensaba en él... Me castigaba.
- O sea... ¿Te castigabas por acordarte de tu ex?
- Sí. Cada vez que me acuerdo, me siento fea, me siento... Siento como si nadie excepto él me hubiese querido, y como si nadie me quisiese.
- Oye... Hay gente que te quiere, ¿vale? tus amigos, tu familia...
- Pero... ellos me quieren porque deben. Nadie en la vida me ha querido como algo más que su amiga, o su hija, o su hermana. Nadie ha sentido nada por mí, excepto mi ex.
- Eso es mentira.
- ¿Ah, sí? ¿Y cómo puedes saber que es mentira?
- Simplemente... lo sé.
- Dime alguien que me quiera, solo alguien que crees que me quiere.
- Yo.
- No, tú me quieres como amiga - me levantó la barbilla con el dedo índice
- ¿Seguro?
- ¿Qué?

Nos miramos a los ojos. Su rostro cada vez se acercaba más al mío, hasta que nos unió en un cálido beso. Sus labios eran suaves y delicados. Un calor inmenso y reconfortante invadió todo mi cuerpo, y tuve la sensación de volar. Un escalofrío me recorrió de la cabeza hasta la punta de los dedos, y era muy reconfortante.

Nos alejamos lentamente y nos miramos a los ojos. Se mordió el labio. Goku mío, qué sexy estaba.

Y ya estaba comprobado: Rubén me gustaba, y mucho.

CAPÍTULO 16 | El plan casi perfecto

Otra vez a madrugar. Al menos no era lunes, y sólo tenía que trabajar cuatro días más, ya que tenía vacaciones durante un mes en cuanto termine la jornada del viernes.

Otra vez volví a la rutina. No era solo del lunes, era de todos los días de la semana. El café, los pocos clientes, el descanso, bla bla bla.

Cuando terminé mi turno el tema de Rubén aún me rondaba por la cabeza: ese pañuelo que llevaba en la muñeca... Sabía qué era eso, y no es para estar muy orgulloso. Lo sé por experiencia porpia. Hace pocos días pensé en mi ex y pensaba que le echaba de menos, y me hice eso para castigarme por pensar en él. Tengo una vida muy cómoda, con un trabajo, amigos... pero mi ex me lo hizo pasar muy mal. Solo me pude librar de él mudándome de casa. Sí, él era el motivo. Pero ahora no me quería preocupar de eso. Lo que me preocupaba era que Rubén pasase por lo mismo que yo. Solo con pensarlo unos escalofríos me recorrían el cuerpo.


Comí intentando no pensar en eso, pero me era imposible, tenía que hablar inmediatamente con él, pero no podía decirle que debíamos hablar así por las buenas, debía montar un plan. Después de pensar en un plan, decidí ir a su casa para llevarlo a cabo.

Me repasé el maquillaje y me vestí con ropa de salir para ir arriba y llamar al timbre. Instantes después estaba plantado delante de mí, con un pantalón de chandal y una camiseta suelta.

- Hola... Me estaba preguntando si te gustaría... ver una... película conmigo, en mi casa - una sonrisa amplia se asomó por su boca. Goku mío, estaba monísimo con esa sonrisa. No, Lau. Ya sabes que no le gustas, no tengas ese tipo de pensamientos
- Pues claro. Espera a que me cambie y voy contigo.
- De acuerdo.

Me quedé apoyada en la puerta hasta que, minutos después, apareció con unos vaqueros y otra camiseta. No pude evitar fijarme en que llevaba una muñequera en el mismo sitio donde estaba el pañuelo, pero subí la mirada rápidamente, para que no notase nada.

- ¿Vamos?
- Sí.

Bajamos hasta mi casa, donde fui directamente a hacer palomitas mientras Rubén escogía la película. En cuanto tenía las palomitas en dos boles pequeños, fui al comedor, me senté en el lado opuesto del sofá y le entregué las palomitas. Me dio el mando y le di al play a la película, la cual supe cuál era al instante. Podría haber puesto cualquier otra, podía haber puesto una de acción, una de tensión, o una comedia romántica. Pero no, tuvo que poner la única de miedo que había en el estante: Sinister. No sé ni por qué tenía esa película, creo que venía con una revista o algo así. Pero no podía echarme atrás, ya le había dado al play y no iba a quedar como una completa miedica.

Ya llevábamos una hora de película. Yo tenía tanto miedo que estaba temblando, pero Rubén ni se inmutaba.

- ¿No tienes miedo?
- No, se nota demasiado que todo está hecho por ordenador. ¿Y tú?
- ¿Yo? Pff, ni pizca de miedo - de la nada salió un monstruo en la película, a lo que yo pegué un grito junto con un salto, tirando el bol de palomitas vacío al suelo. Menos mal que era de pástico
- Ya, claro. Ven, que te protejo de los monstruos.

Levantó un brazo, indicando que me acurrucara junto a él. Dudé unos instantes, pero me acerqué. Total, no me veía ni siquiera como a una amiga... Apoyé mi cabeza en su hombro y mis manos en su pecho encogiendo las piernas encima del sofá, mientras él me envolvía con su brazo izquierdo y apoyaba el derecho en el brazo de éste.

Seguimos mirando la película y, efectivamente, estaba más relajada. Subí la mirada discretamente y vi cómo miraba la película con una pequeña sonrisa. Estaba tan guapo...

No, Lau, para ya. Sabes que no le vas a gustar, y si te llenas la cabeza con esos pensamientos vas a sufrir. Es mono, valiente, protector, amable... Pero no debes pensar eso. Fush, fush.

Instantáneamente él bajó la cabeza, mirándome. Nos quedamos así unos instantes, hasta que habló.

- ¿Pasa algo?
- Nada, nada. Solo que...
- ¿Mhm?
- Nada, da igual. Cosas mías.
- Bueno, vale.

Seguimos viendo la película hasta el final. Él seguía igual de sonriente, pero yo estaba cagada. Menos que antes, pero lo estaba.

Apagué la tele y miré la hora: solo eran las seis, así que tendría tiempo de hablar con él detenidamente. Me incorporé, me alejé de él hasta ponerme en la otra punta del sofá y crucé las piernas, poniéndome de cara a él.

- Rubén... - se incorporó poniendo una pierna encima del sofá, mirándome - Tenemos que hablar.

Una sonrisa se asomó por sus labios, pero desapareció en cuanto vio que yo no estab sonriendo.

- ¿Pasa algo malo?
- Bueno... A ver, ya sé que casi no nos conocemos, y seguro que no me tomas ni como a una amiga, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí y contarme todo lo que pasa.
- Muy bien, gracias por decirlo, pero... ¿Por qué lo dices en ese tono tan sombrío?
- Dame tu mano.
- Vale - me entregó la mano con la muñequera. Me extrañé de que no se negara, pero se la cogí igualmente. Le quité la muñequera y pude observar... nada. Solo que estaba más blanco que su piel -. ¿Por qué me quitas la muñequera?
- ¿Por qué la llevas? - se rió
- La llevo desde siempre, es como si llevaras una pulsera que te gusta mucho: nunca te la quitas.
- Vaya, yo pensaba que lo estabas pasando mal y que... ya sabes - pasé un dedo por la muñeca que tenía al descubierto, intentando imitar la acción que pensaba que él hacía.

Me coloqué mejor las pulseras y las gomas del pelo que llevaba yo misma en la muñeca. Pensaba que si encontraba a alguien que hacía lo mismo, podríamos contárnoslo todo, pero me equivoqué.

CAPÍTULO 15 | Ella es mía | Rubén P.O.V.

Ya habíamos grabado el vídeo cuando Wilson saltó por la ventana. Fui corriendo a por él, pero me encontré a Lau a mitad de camino. Menos mal, con Wilson en sus brazos. La invité a pasar para que Mangel y Alex me dieran su opinión.

Estuvimos un buen rato jugando los cuatro, hasta que le pedí a Alex que me acompañara a mi habitación. En cuanto entramos, él habló.

- ¿Qué quieres? Estaba teniendo una racha buenísima.
- Quiero que me digas qué te parece Lau.
- Vaya, qué directo. Bueno, me parece muy maja.
- ¿Te cae bien?
- Sí, pero... ¿a qué vienen todas estas preguntas?
- Es que... No quiero que os caiga mal...
- ¿Y por qué quieres que nos caiga mal?
- No quiero que haya malos rollos entre vosotros, como cuando estaba con Jannie.
- ¿Cómo que con...? Espera... ¿Te gusta Lau? - mis mejillas e tiñeron de rojo mientras yo asentía - Ya me lo imaginaba. Solo hay que fijarse en cómo la miras.
- ¿Tanto se nota?
- Tío, se ve a mil leguas. Pero yo que tú me daría prisa en declararme.
- ¿Por qué?

Se señaló a la oreja, indicando que escuchase la conversación que estaban teniendo Miguel y Lau.

- Pues algún día podríamos quedar, así podrás conocer a la gente de la zona. Son muy majos todos - espera... ¿Miguel estaba intenando ligar con ella? Decidí intervenir
- Sí, los cuatro, algún día. Miguel, ¿puedo hablar contigo un momento?
- Claro.

Se dirigió hacia la habitación donde estábamos hablando Alex y yo, mientras étse se iba; tenía que ir a casa.

- ¿Qué pasa?
- Lau es mía.
- ¿Qué?
- Lo que oyes. He oído como hablabas con ella y... No es igual al resto de líos de una noche que tienes tú. Ella es... Amable, auténtica...
- Vale, vale. Te dejo pista libre.
- Gracias tío.
- No hay de qué. Pero ésta noche no le digas nada. Te recomiendo que estreches más tu relación amistosa con ella.
- Muy bien. Te debo una.

Los dos salimos para seguir con la súper noche, pero Lau se tenía que ir, así que la acompañé a la puerta. En cuanto la cerré, volví con Miguel, que me miraba con una cara de pervertido.

- ¿Qué?
- Estás perdidamente enamorado.
- ¿Perdidamente...? ¡No, tío! Solo me gusta un poco.
- Ya, claro.

Continuamos la noche de chicos hasta que mi amigo se fue a casa. Cuando ya se había ido, me metí de lleno en la cama; había sido un día muy intenso.

CAPÍTULO 11 | Mangel y alexby

Ya estaba todo listo para subir el vídeo que había grabado, solo había que subirlo. Sabía que iba a tardar un rato en subirse el vídeo a YouTube, así que paroveché para tender la ropa que estaba en la lavadora.

Estaba con la última prenda cuando un golpe seco se oyó detrás de mí, como si algo se cayera. Seguidamente oí un maullido, así que me giré, y pude observar cómo Wilson, el gato de Rubén, también me miraba. Me acercqué lentamente y de un movimiento rápido lo cogí entre mis brazos. Salí del patio y encerré a Wilson en mi habitación. Fui al baño para ver cómo estaba mi cara y me maquillé un poco. Fui otra vez a mi cuarto, cogí a Wilson y me dispuse a subir para devolvérselo a Rubén.

Estaba en la mitad del tramo de las escaleras cuando me encontré con él.

- ¡Gracias a Dios! Siento que te haya molestado, es que aún no le hemos educado y...
- Tranquilo, no ha hecho nada malo.
- Perfecto – se acercó a mí y cogió a Wilson de mis brazos -. Muchas gracias por traerlo.
- ¡Rubiuh! - alguien le llamó desde su puerta, a lo que se giró con una cara de ligera frustración
- ¿Qué quieres?
- ¿Ya lo has cogido?
- Sí.
- Qué rápido. No has tardado ni un minuto.
- Es que hay buena gente que lo trae a casa.
- ¿Ah, sí? ¿Quién?
- Ahora mismo te la presento. Tú entra, que ahora voy yo – me miró con una sonrisa -. ¿Te gustaría conocer a mis amigos?
- Me encantaría.

Me tendió una mano para que la cogiera, aunque no la necesitaba, ya que sabía perfectamente el camino hasta su casa, pero igalmente la cogí. Era cálida, suave... me ruboricé ligeramente al cogerle la mano, así que bajé la cabeza para que no me viera la cara. Subimos y entramos por la puerta, que estaba entreabierta. Me soltó la mano para coger a Wilson con las dos y dejarlo en el suelo, mientras yo cerraba la puerta. Hizo un movimiento de mano, indicando que le siguiera hasta el comedor. Nos quedamos allí plantados y nos quedamos mirando a las dos personas que estaban sentadas en el sofá: Mangel y Alexby.

- Chicos, ésta es mi... vecina. Laura.
- Encantada – les estreché la mano -. Y podéis llamarme Lau.
- Encantado, yo soy Alex.
- Y yo Miguel.
- Ya sé quiénes sois. ¡Sois Mangel y Alexby!

Los cuatro nos reímos. Seguidamente, nos pusimos a charlar y a jugar un rato, pero solo había tres mandos, así que nos turnábamos para jugar. Cuando fue mi turno para descansar, aproveché para pensar en lo que había dicho Rubén. Me había presentado como su vecina, no como su amiga. ¿Acaso es que no somos amigos? Vale, tampoco es que nos conozcamos desde hace mucho, pero... ¿Y si no quería decir amiga porque no me ve como tal, o séase, un poco más? No, eso es imposible. Como dije antes, no se fijaría en mí.

En cuanto terminó la partida, Rubén y Alex se fueron a no sé dónde, porque no les escuché, y nos quedamos Mangel y yo solos en el comedor.

- Y dime, Lau, ¿cuándo te mudaste aquí?
- Pues... hará un mes y medio, más o menos.
- Vaya, entonces eres nueva en el edificio.
- Síp.
- ¿Y eres nueva en la zona?
- Un poco, ya que solo salgo de casa para ir al centro comercial o para ir al trabajo, que está aquí al lado.
- Pues algún día podríamos quedar, así podrás conocer a la gente de la zona. Son muy majos todos.
- Sí, los cuatro, algún día – intervino Rubén desde su habitación -. Miguel, ¿puedo hablar contigo un momento?
- Claro.

Y me dejaron sola en el comedor. Acaricié a Raspberry un rato hasta que volvieron los dos con una sonrisa y se sentaron cada uno a un lado mío.

- Em... ¿Dónde está Alex?
- Se ha tenido que ir – respondió Rubén -. ¿Os apetece jugar un rato más?
- ¡Claro! - exclamó Miguel
- Lo siento, me tengo que ir. Se me ha hecho tarde y tengo que madrugar.
- Ah, vale... - dijo Rubén – Bueno, pues te acompaño a la puerta – se levantó y fuimos juntos hasta la puerta, donde me giré para despedirme y le descubrí mirándome con los ojos brillándole y una sonrisa en la cara. Nos quedamos unos segundos eternos mirándonos, hasta que él rompió la tensión -. Nos has dado una paliza en el Halo. A ver si eres una experta y no nos hemos enterado... - nos reímos
- Sí, juego por las noches para hacerme profesional y no duermo nunca, porque soy un vampiro – nos vovlimos a reír, y se tapó la boca para toser. Pude observar que en su muñeca llevaba un pañuelo, y que estaba atado municiosamente
- Bueno... Gracias por lo de Wilson. Ha sido muy amable por tu parte.
- No es nada. Y a ver si llevamos a cabo el plan que decía Miguel.
- Eso espero. Bueno, adiós.
- Adiós.

Me alejé mientras él cerraba la puerta. Entré en casa y vi que la subida de mi vídeo ya estaba completa, y que ya tenía un “me gusta”. Era de Rubén. Qué amable. Espero que no se vaya nunca.

sábado, 22 de agosto de 2015

CAPÍTULO 14 | En el bar | Rubén P.O.V.

Después de lo que pareció un instante, me desperté con el sonido de una puerta cerrándose; Lau se había ido.

Despuegué el post-it que tenía en la frente y leí lo que ponía en él:
"Me he ido a trabajar. Gracias por quedarte conmigo.
Lau"

Qué mona.

"¿Pero qué dices, Rubén? Si ya sabes que no se va a fijar en ti, ¿para qué piensas eso? Va, quítatela de la cabeza.", me dijo mi cabeza.

"Eso intento, pero no puedo."

"¿Por qué?"

"Tal vez... ¿Porque me gusta?"

"Pues ve a decírselo."

"Claro. En cuanto vuelva..."

"¿Y por qué esperar? ¡Sabes dónde trabaja! ¡Ve ahora mismo!"

Me dirigí a la puerta rápidamente y me puse de camino a su bar. Menos mal que quedaba cerca. En cuanto llegué, la busqué y vi cómo me miraba. No podía decírselo ahí mismo, porque otra camarera nos estaba mirando, así que me senté y esperé a que viniera a tomarme nota.

- Bienvenido al bar Ibáñez. ¿Qué desea?
- Pues... - miré la carta unos segundos reuniendo valor para decírselo, en vano - Una tortilla. Y un café. Y que me digas por qué n me has despertado.
- Es que estabas tan mono durmiendo... - ¿en serio acababa de decir eso? - Quiero decir, no mono en ese sentido... Bueno, no quiero decir que no seas mono, quiero decir... - lo estaba empeorando cada vez más, así que la tuve que interrumpir
- No lo intentes arreglar - nos reímos los dos -. Solo quiero un refresco, gracias.
- Bien, ahora te lo traigo.

Se giró y miré al móvil, por hacer algo. Instantes después, apareció otra camarera con mi refresco.

- Aquí tienes.
- Gracias.
- Por cierto... - entrelazó sus manos; estaba nerviosa - ¿Me puedo... hacer una... foto contigo?
- Claro.

Me levanté y nos hicimos una foto. Me dio las gracias y se volvió a la barra. Abrí la lata, la volqué en el vaso y pegué un sorbo. Lau y su amiga se fueron a la cocina para hablar sin que yo las pudiese escuchar, pero se oía su conversación perfectamente.

- Pues hacéis buena pareja - confesó la que pude reconocer como la amiga de Lau
- ¿Qué? ¡No!
- Aish, siempre has sido así de terca. Si no estuviera con mi Samu, ya estaría en mi cama. Y sí, hacéis buena pareja. Solo hay que fijarse en cómo le miras.

- Yo no le estoy mirando...

- ¡Oh, por favor! Se ve a la legua que te gusta. Y que le gustas. Si no estuviera con mi Samu, ya estaría en mi cama. Y sí, hacéis buena pareja. Solo hay que fijarse en cómo le miras.
- Yo no le estoy mirando...
- No, qué va.

Una amplia sonrisa apareció en mi cara. ¿Yo? ¿Gustarle a Lau?

Fui a pagar, les dije un par de cosas y me fui a casa. Seguidamente, llamé a Miguel y a Alex para grabar; necesitaba quitármela de la cabeza, al menos hasta que podamos hablar. A solas.

CAPÍTULO 5 | La videollamada

- ¡Muy buenas, Criaturitas del Señor!
"Preguntas y respuestas casi serias". Ese era el título del vídeo que estaba a punto de ver. En él informaba que estaba en LINE, y que iba a hablar con sus fans. Claramente, me emocioné y me descargué esa aplicación solo para hablar con él. Lo admito, soy una gran Criaturita. Era un especie de concurso donde tenía que explicar la historia más heavy que me haya pasado ese verano, y las diez mejores tendrían una vídeo llamada con él.
Me lo descargué y escribí mi historia más heavy: la del vecino de arriba ruidoso. Lo envié y me puse a hacer mis tareas, tales como lavar los platos, lavar la ropa... lo normal que se hace un sábado por la tarde, ya que David y Ana no pueden salir. Qué triste. Terminé de colgar la ropa en la cuerda cuando decidí ponerme a jugar un rato al Tomb Raider: Lara Croft. Cuando ya se hicieron las nueve y media, empezó a oscurecer, a la vez que un mensaje me llegó al móvil, era de elrubius.
El corazón me dio un vuelco. Abrí el mensaje y ponía "¡Enhorabuena! ¡Eres la ganadora de tener una videollamada conmigo! ¿Cuándo te gustaría que te llamase?". Respiré profundamente, me miré en el espejo, me peiné, me maquillé y escribí en respuesta. "Ahora mismo, por ejemplo". Dos minutos después, una videollamada entrante aparecía en la pantalla de mi móvil. Respiré hondo otra vez y, en cuanto me relajé, contesté.
En la pantalla salía él en su casa, con su peinado, con sus cascos, su pelo en punta... Era claro que era él, pero tenía que comprobar que no era un fake, así que empecé a hablar.
- ¿Hola?
- ¡Hola!
- ¿Eres un fake?
- No.
- No me lo creo... a ver... ¿Qué hora es?
- Son las... - miró la esquina de la pantalla de su ordenador - las 21:42
Miré mi reloj y, efectivamente, eran las nueve y cuarenta y dos. Grité bien alto, a lo que él se tuvo que quitar los cascos.
Nos pusimos a hablar un buen rato. Dejé de portarme como una fan loca y hablábamos como personas civilizadas. Para estar más cómoda, me puse con la videollamada en el ordenador.
- Por cierto, perdona por haber gritado tan alto antes.
- Tranquila, es lo normal. Además, yo también puedo gritar - soltó un grito que no era normal, tan anormal que me quité los cascos, y oí ese mismo grito sin ellos puestos, pero no procedían de ahí, sino del piso de arriba. Me extrañé bastante.
- ¿Puedes gritar otra vez?
Puso una cara de confusión, pero lo hizo. Le bajé el volumen a los cascos al mínimo y volví a oír el grito como si viniese de arriba. Pasé la llamada otra vez al móvil, me levanté, salí de casa y subí al piso de arriba. Llamé al timbre y vi en la pantalla cómo rubius se giraba. Se levantó un momento de su silla y me quedé ahí, inmóvil. Miré la pantalla del móvil, pero no servía de nada, porque ahí estaba la habitación vacía de rubius, así que dirigí mi mirada hacia la puerta, la cual se abría lentamente. Lo que vi a continuación era increíble.

CAPÍTULO 13 | La videollamada | Rubén P.O.V.

Un mes después

Por fin se había subido el vídeo de “preguntas y respuestas casi serias”. Claro está, el móvil no me paraba de pitar, ya que millones de personas me hablaban por line a la vez. Lo puse en silencio, no sin antes mirar la última persona que me escribió. Leí su historia y, la verdad, me pareció bastante graciosa, así que le envié un mensaje diciendo"¡Enhorabuena! Eres la ganadora de una videollamada conmigo. ¿Cuándo te gustaría que te llamase?", a lo que, minutos después, ella respondió "Ahora mismo, por ejemplo". Y eso hice. Fui al ordenador, encendí line y me puse los cascos. Le di al icono de la videollamada y en la pantalla me apareció una muchacha preciosa: labios finos pero carnosos, nariz respingona, unos ojos marrones preciosos... Su pelo era de un color lila claro, liso y precioso.

De repente esa chica soltó tal berrido que me tuve que quitar los cascos. Luego me los puse y pudimos tener una conversación como dos personas civilizadas. Su voz era suave y dulce, como la de la vecina de abajo.

Llevamos un rato hablando cuando yo mismo pegué un grito. Curiosamente, ella me pidió que lo hiciera otra vez, cosa que me extrañó, pero que hice de todas formas. Instantáneamente la llamada pasó de su ordenador a su móvil, y salió de su casa. Llamó al timbre del vecino de arriba, a la vez que sonaba el mío. Fui a contestar y ahí estaba ella. Normal que su voz fuera como la de la vecina de abajo, era ella...

Al día siguiente

No podía quitarme a Lau de la cabeza. Estaba todo el día allí metida, con su sonrisa perfecta, sus ojos brillando... No, Rubén, no. Quítate eso de la cabeza. Está claro que aunque seas Youtuber ella no se va a fijar en ti. Decidí hacer un vídeo para quitármela de la cabeza, pero estaba tan embobado que dejé caer el trípode de la cámara y se rompió. Inteligencia al poder.

Llamé a Miguel y luego a Alex para que me ayudaran, pero ninguno de los dos podía, así que no me quedaba otra opción: preguntárselo a Lau. Sí, la que me tenía que quitar de la cabeza. Como que eso es una misión imposible, eché de perdidos al río y se lo pedí.

Cuando terminamos le enseñé la casa y ella propuso de salir a dar una vuelta, así que acepté.

Nos lo pasamos muy bien, menos 
cuando fuimos a ver la película de miedo. Allí me cagué. Fuimos cada uno a su casa a las doce de la noche. Yo me quedé jugando un rato, hasta que oí un gito estremecedor que provenía de... ¿el piso de abajo?

Fui corriendo y vi cómo las llaves de la casa de Lau estaban puestas. ¿Y si han entrado unos ladrones y la han descubierto? Rápidamente giré la llave y fui a su habitación tan rápido como pude. Alí estaba ella. No había ningún ladrón, solo ella, gritando en sueños. Ya decía yo que era una mala idea haber visto aquella película de miedo.

Me acerqué a ella y la zarandeé ligeramente, hasta que despertó sobresaltada.

Charlamos un momento y le dije que me quedaría con ella, al menos hasta que se durmiese, lo cual hizo pocos minutos después de reincorporarse en la cama.

Salí de su habitación y di una vuelta por la casa, para ver cómo era. Era igualita a la mía, pero el color de la pared no era rojo y blanco, como la mía, sino blanco y morado. Los muebles eran completamente diferentes: los míos son de un color distinto cada uno, pero los suyos eran una mezcla entre blanco y negro en perfecta armonía.

Lo que más me gustó fue su mueble de la televisión, con un montón de estantes debajo con una consola en cada uno, y encima una hilera interminable de películas y videojuegos.

Volví a entrar en su habitación con la luz del pasillo encendida, para poder ver su cara. Me acerqué hasta quedar a escasos centímetros, y pude observar cómo sonreía ligeramente de repente.

- Espero que no me escuches... - susurré -, pero creo que me gustas. Nos conocemos desde hace poco, pero he caído en tus redes desde el primer día en que te vi. Voy a hacer lo posible para que tu sientas lo mismo por mí - me acerqué lentamente y posé mis labios en su mejilla.

Era una sensación extraña. Notaba calidez, pero hacía frío. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo; no quería separar mis labios de su mejilla, pero debía hacerlo. Me levanté y fui a apagar la luz del pasillo, para no malgastar luz. en cuanto mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, me senté en la silla, mirándola, hasta que los párpados me pesaban tanto que no los podía mantener abiertos, y me quedé profundamente dormido.

CAPÍTULO 9 | Un día con Rubén

Me enseñó toda la casa en un mini-tour. Bastante chula, hay que admitir. En cuanto terminó, le miré bien la cara, y vi que estaba muy blanco. ¿No salía o qué? Decidí preguntarle.

- Oye... ¿Por qué estás tan blanco?
- Bueno... No salgo mucho de casa, porque me paran cada dos segundos pidiendo una foto y, bueno, no puedo tener un rato solo con mis amigos.
- Entendible. Pero... ¿No has oído las noticias? Estamos en agosto, todo el mundo de Madrid se ha ido de vacaciones, solo hay gente mayor. Es la mejor época para salir.

Se quedó unos instantes pensando, hasta que obtuve una respuesta.

- ¡Es verdad! Podríamos incluso cruzar la calle sin tener que mirar.
- ¡Pues claro! Vamos a algún sitio al aire libre, a ver si te da el sol.

Salimos de su casa cuando puso todo en orden y nos dirigimos directamente a un parque para niños. Sí, los veinteañeros pueden jugar en un parque igualmente. Estuvimos allí un buen rato, hasta que nos cansamos y fuimos a tomar algo a una terraza vacía. Había un sitio perfecto para ir: el bar donde trabajo. Era mi día libre, pero el jefe me dejó servir dos refrescos. Los tomamos con máxima tranquilidad, sin nadie que nos molestara. Lo terminamos y lo tuve que limpiar yo misma para no pagarlo, entonces nos dirigimos al Centro Comercial.

La primera tienda a la que queríamos entrar los dos era Game, donde compramos un montón de videojuegos. No compramos los mismos porque los podríamos compartir. Fuimos a tiendas de ropa, donde él se compró dos camisetas, una muñequera y un pantalón, y yo me compré dos gorras, una blusa, tres camisetas, un par de zapatos y un par de pantalones.

Cuando salimos del Centro Comercial se hizo de noche, así que decidimos disfrutar de una oscuridad mejor: el cine. Fuimos a ver la nueva de miedo: Eliminados. Claro está, los dos nos asustábamos, pero Rubén lo sabía disimular para no quedar como una nena, aunque eso en realidad me daba igual.

En cuanto salimos del cine, nos compramos un helado y fuimos a casa. Me acompañó hasta la puerta (normal, vive en el piso de arriba) y allí me despedí de él.

- Ha sido un buen día, ¿no?
- Me ha encantado. Creo que ahora soy un mulato - nos reímos -. Espero que lo repitamos, Laura.
- Lau.
- ¿Qué?
- Que me gusta que me llamen Lau, en vez de Laura.
- Ah, de acuerdo. Espero que lo repitamos, Lau.

Se fue alejando de mi puerta lentamente mientras yo la cerraba. Me fui a la cama y, después de mil pensamientos malignos que vinieron a mi cabeza por culpa de la película, me dormí.

Aquella noche soñé que un fantasma llegaba a mi casa, cogía un cuchillo y me iba destripando poco a poco. Síp, estaba teniendo una pesadilla. Grité mucho en el sueño, y al parecer también en la vida real, porque Rubén estaba ahí, de pie, delante mío, intentando despertarme con la luz encendida y una cara de espanto.

- Ru - Rubén... ¿Cómo coño...?
- Creo que los de China se han quejado de tus gritos.
- Ah... Perdona... ¿Pero cómo has entrado?
- Oí tus gritos y fui corriendo a ver qué te pasaba. Gracias a dios, te dejaste las llaves puestas y pude abrir.
- ¿Mis...?

Levantó una mano, sosteniendo mis llaves.

- Dios... Soy una torpe...
- No pasa nada. ¿Vas a estar bien aquí sola?
- Em...
- No respondas, sé que no. Miedica... - se me formó una pequeña sonrisa en los labios
- Yo no soy una miedica.
- ¿Ah, no? ¿Y por qué me estás cogiendo la mano como si te fueras a caer por un precipicio? - miré hacia mi mano y, efectivamente, estaba sujetando la suya con mucho énfasis. Me reí ligeramente, la solté y le miré - Bueno, me voy a quedar aquí sentado hasta que duermas - indicó mientras cogía la silla de mi escritorio y se sentaba en ella
- No hace falta...
- Sí la hace. Y tú solo preocúpate de dormir. No te preocupes por mí, yo estoy bien, y contigo.
- De acuerdo.

Cerré los ojos, pensando en cosas bonitas. Instantes después, me quedé profundamente dormida.

Esa misma noche soñé con Rubén. Soñaba que se acercaba a mí lentamente y me decía un par de cosas. Luego me daba un beso en la mejilla y se alejaba.

viernes, 21 de agosto de 2015

CAPÍTULO 12 | El principio de todo | Rubén P.O.V.

RUBÉN P.O.V. (Ponit of view-punto de vista) {Vamos, que narra él}

Mediados de julio

¡No me digas lo que puedo o no puedo hacer!
- ¡Sí, te lo digo! ¡No puedes ir por ahí contándole a la gente dónde vivo! Ya no sé cuántas veces me he mudado por tu culpa.
- Mira, Rubén...
- No, mira tú, Jannie. No voy a tener más problemas contigo. ¿Sabes, por qué? ¡Porque corto contigo! Coge tus cosas ahora mismo y vete.
- Muy bien. Perfceto. ¡Perfecto! Con todo el tiempo que hemos estado juntos... Muy bonito por tu parte, Rubén – fue a la habitación dando un portazo y volvió diez minutos más tarde con dos maletas. Al parecer, llenas -. Me voy a casa de mi madre. Por si me necesitases, sabrás dónde...
- No te voy a necesitar, Jan – la interrumpí -. Esto no es una pelea como las otras, esto es de verdad. No voy a volver contigo, y no te necesito.
- Pues bien. Adiós – se dispuso a salir por la puerta, pero dio media vuelta, dejando las maletas en la entrada -. Antes de irme, voy a joderte un poco más.

Fue otra vez a la habitación, pero esta vez la seguí. Vi cómo abría la cómoda y sacaba mis calzoncillos favoritos: los de Batman. Los lanzó por la ventana, haciendo que cayera en el patio del vecino de abajo, que hace meses que no hay nadie ahí.

- A ver cómo coges eso, imbécil.
- Muy maduro por tu parte, adiós.

La empujé delicadamente hasta la puerta, le saqué las maletas y cerré la puerta lo más fuerte que pude. Inmediatamente, me apoyé en ella y fui arrastrándome hasta que toqué el suelo. Encogí las piernas y las envolví con los brazos, mientras escondía la cabeza entre ellas. Una cálida lágrima se arrastró por mi mejilla hasta caer al suelo, seguida por unas cuantas más y sollozos por mi parte: acababa de perder a mi novia.

En cuanto recobré un poco la compostura, bajé al piso de abajo y llamé al timbre, a ver si había suerte. Y sí, la hubo: una chica delgada a la que le pasaba la cabeza y que llevaba una gorra de Minecraft que le tapaba la cara apareció por la puerta.

- Em... hola... - saludé un poco tímido
- Hola – respondió la muchacha. Su voz era suave, y muy bonita -. ¿Te puedo ayudar en algo?
- Sí... Verás... Soy el vecino de arriba y... bueno... estaba tendiendo la ropa - me ruboricé todo lo que podía y más. No creo que haya sentido tanta vergüenza en mi vida
- A ver si adivino, se te ha caído algo a mi patio – adivinó ella. Vaya, además de tener una voz bonita, era inteligente
- Sí.
- Ahora voy a cogerlo. Espera aquí un momento.

Se alejó hacia una puerta que seguro que daba al patio y me quedé apoyado en la puerta, esperando. Volvió unos instantes después con lo que pude ver una sonrisa en la cara y mis calzoncillos.

- Gr-gracias... y siento molestar...
- Tranquilo, será nuestro secreto.

Me reí ligeramente. Al menos se lo toma con humor.

- Por cierto, ¿eres nueva en el edificio?
- Sí, justo he terminado de mudarme ésta mañana. Ha sido un buen regalo de bienvenida – nos reímos -. Bueno, me tengo que ir. Me has pillado un poco... ocupada.
- Ah, vale. Por si me necesitas, estoy en el piso de arriba
- Muy bien. Hasta luego.
- Adiós.

Y cerró la puerta. Di media vuelta y subí un tramo de escaleras para ir a casa. En mitad de éstas, había una camiseta. Se le habrá caído a Jan mientras se iba. La cogí y pude percibir su olor mientras cerraba la puerta de casa. Por segunda vez en ese día, me convertí en un monstruo lleno de llantos encogido. Echaría mucho de menos a Jannie.

martes, 18 de agosto de 2015

CAPÍTULO 10 | Los amigos se conocen entre sí

Apagué el despertador un instante después de que empezara a sonar, para no despertar a Rubén, que estaba dormido en la silla, y para que no me vea así, sin maquillaje. No me gusta que la gente me vea sin él, me siento... Fea.

Me levanté silenciosamente, fui al baño con la ropa para trabajar y me preparé para salir. Volví a entrar en la habitación y pude fijarme en que estaba encogido de frío. Cogí una manta fina y se la puse por encima. Seguidamente, me dirigí a la puerta dispuesta a salir, pero antes cogí boli y un post-it (lo habíamos comprado el día anterior) y escribí "Me he ido a trabajar. Gracias por quedarte conmigo.
Lau"
Lo despegué y fui a la habitación para pegárselo en la frente. Así me podía asegurar de que lo leería.

Salí con cuidado de no hacer ruido y me dirigí al bar para abrirlo, y volver a la rutina del lunes, con el café para despertarme (con una madalena, ya que no pude desayunar), la poca gente desayunando, los pequeños descansos, el descanso junto con la llegada de Ana y de David, la entrada de Rubén por la puerta... 

Espera, ¿Runén acababa de entrar en el bar? Iba igual que ayer, así que no había ido a su casa. Echó un vistazo al bar, me miró,me guiñó un ojo y se sentó. Acababa el descanso en diez minutos, pero me acerqué y le atendí.

- Bienvenido al bar Ibáñez. ¿Qué desea?
- Pues... - miró la carta con una cara divertida unos segundos, a lo que me reí - Una tortilla. Y un café. Y que me digas por qué no me despertaste ésta mañana.
- Es que estabas tan mono durmiendo... - me miró con una cara de confusión - Quiero decir, no mono en ese sentido... Bueno, no quiero decir que no seas mono, quiero decir...
- No lo intentes arreglar - se rió durante unos segundos, provocando que lo hiciera yo también -. Solo voy a querer un refresco, gracias.
- Bien, ahora te lo traigo.

Me giré y, a medida que me acercaba a la barra, pude ver mejor la cara de Ana, la cual era de sorpresa, ya que con su boca formaba una perfecta "o". Entré en la barra y ella iba alternando la mirada entre él y yo. Cogí el refresco del congelador y un vaso lleno de hielo y con una rodaja de limón mientras miraba a mi compañera, que seguía mirándonos intermitentemente.

- ¿Qué?
- ¿Has visto quién es, tía?
- Sí, lo sé, es un cliente, al que le vas a llevar tú el refresco.

Se lo dejé en una bandeja en la barra. Seguidamente, la cogió y fue hasta su mesa. Dejó el refresco y el vaso y le dijo algo que no pude entender, pero luego supe qué le había dicho: quería una foto con él. Se había levantado y Ana sacó su móvil del bolsillo del delantal. Se hicieron una foto y ella volvió con la bandeja bajo el brazo y una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Has visto? - me enseñó la foto que se acababan de hacer - ¡Me he hecho una foto con elrubius!
- ¡Qué guay!
- Oye... - me llevó hasta la cocina, 
ya que vio que nos estaba mirando - Tú le conoces, ¿verdad?
- Em... Sí, algo así.
- ¿Cómo que "algo así"? O le conoces, o no le conoces.
- Bueno, vale. ¿Me prometes que no le vas a decir a nadie, a absolutamente nadie, lo que te voy a decir? - se quedó pensativa unos segundos - Ana..
- Vale, te lo prometo.
- Pues... Es mi vecino.

Otra vez, la boca de Ana formó una perfecta "o". Instantes después, cerró la boca y se puso a sonreír como el gato risón de "Alicia en el país de las Maravillas", añadiendo una mirada pervertida y subiendo y bajando las cejas rápidamente.

- ¿Qué? - siguió con esa cara sin mediar palabra - Oh, por favor, qué vulgar eres. Solo somos amigos, por si lo quieres saber.

Su cara se tornó sombría.

- Pues hacéis buena pareja.
- ¿Qué? ¡No!
- Aish, siempre has sido así de terca. Si no estuviera con mi Samu, ya estaría en mi cama. Y sí, hacéis buena pareja. Solo hay que fijarse en cómo le miras.
- Yo no le estoy mirando...
- ¡Oh, por favor! Se ve a la legua que te gusta. Y que le gustas.

Me sonrojé hasta tal punto que notaba mis orejas calientes. Volvimos al trabajo y, minutos después, Rubén se acercó a la barra. Fui a atenderle, pero Ana se acercó para escucharnos a escondidas.

- ¿Cuánto es?
- Un euro con veinte céntimos - sacó ese dinero de la cartera y lo puso encima de la barra -. Oye... - alzó la vista y me miró a los ojos. Pude observar su color castaño claro. bastante bonitos, hay que admitir - ¿Te importa si le digo... Eso a mi amiga? - señalé a Ana, que se escondió de inmediato para esconderse mejor - Ya sabes, es mi mejor amiga, y le he confiado mis mayores secretos...
- No me importa. Mientras no se lo diga a nadie... Además, ya se lo has contado - sonrió, y yo me sonrojé. Se acercó a mi y me susurró: -. El bar no es tan pequeño. Se puede oír todo lo que decís desde la mesa en la que estaba sentado.

Se alejó y pude ver que estaba sonriendo ligeramente. Se despidió y salió del bar.

Cuando terminé mi turno e iba de camino a casa me puse a pensar. ¿Y si me gusta pero no lo quiero admitir? Era mono, la verdad, y buena persona, pero a un chico como él no le puede gustar una chica como yo. Definitivamente, él nunca saldría conmigo.

CAPÍTULO 3 | La rutina del lunes

Con todo el rato que estuve con el proceso de teñido del pelo y los vídeos que vi, no me di cuenta de la hora que era: las nueve. Madre mía. No pude ir de compras y seguro que todos los supermercados estaban cerrados. Al carajo mi comienzo de dieta. Pedí una pizza a domicilio y me puse a jugar un rato a la PS3. Exacto, me encanta jugar a videojuegos. Podría decirse que soy una gamer, pero no tengo suficiente experiencia para llamarme así. Estuve media hora jugando a Lara Croft: Tomb Raider hasta que llegó mi cena, la cual me zampé solo un cuarto y el restó lo dejé en la nevera.

Ya eran las once de la noche, así que me fui a la cama, ya que mañana era lunes y tenía que ir a trabajar. Me puse el pijama, que consistía en una camiseta de hombre más grande que yo misma y unos pantalones de chándal. Apagué todas las luces de la casa, me incorporé en mi cama y cerré los ojos, para caer instantáneamente en los brazos de Morfeo.

Un grito en mitad de la noche me despertó de golpe. Miré mi despertador y eran las cuatro de la mañana. Obviamente no eran horas de gritar, así que cogí la escoba que tenía al lado y di golpes lo más fuerte que pude en el techo con el palo. Seguidamente, me volví a dormir.

Por la mañana el sonido del despertador interrumpió mi sueño. Medio dormida desayuné un vaso de leche con cacao en polvo, me vestí con la ropa para trabajar, me maquillé y me fui directamente al bar.

La rutina de cada lunes estaba intacta: llegaba, me ponía el delantal, me preparaba un café para despertarme, atender a los pocos clientes que llegaban a las ocho de la mañana para desyunar, sentarme cada vez que el bar estaba vacío, y luego un pequeño descanso junto con David y Ana, que era a esa hora a la que llegaban para trabajar. Ésta última es mi mejor amiga. Nos conocimos en la escuela, fuimos compañeras de habitación y nos llevamos bien. Luego, cuando terminó los estudios, pidió trabajo en el bar, el cual consiguió, y lleva trabajando para pagar un viaje a EE.UU. y que despegue su carrera de actriz.

Ana es la mejor amiga que se puede tener: amable, comprensiva, dura cuando lo tiene que ser... vamos, lo que se dice una mujer independiente. Aunque a primera vista no lo parece, ya que es una cabeza más baja que yo, con unas gafas de pasta que tapan sus ojos verdes, aunque también lo hace su pelo marrón claro.

En cuanto termina el descanso es cuando empieza lo duro: la gente viene a comer, aunque también a almorzar, a tomar algo... vamos, que se llena el bar entero, y David, Ana y yo, los camareros, no tenemos ni un segundo de descanso.
Luego termina mi turno, me voy a mi casa y descanso mientras como algo. Aquel lunes era la pizza de anoche. Mientras comía, me puse a mirar vídeos. El único nuevo que había era uno de Geometry Dash del rubius, así que lo vi el primero. En mitad del vídeo emitió tal grito que me tuve que quitar los cascos para no quedarme sola. Curiosamente, ese grito ya lo oí antes, más concretamente anoche, a las cuatro. 

Seguramente el vecino de arriba era un súper fan que lo veía justo cuando salía y se lo puso a todo volumen.

En cuanto terminé de comer, me dispuse a grabar un nuevo vídeo, para mis suscriptores.

domingo, 16 de agosto de 2015

CAPÍTULO 8 | El trípode humano

Estaba a punto de ponerme el último bocado de la comida en la boca cuando el timbre sonó por segunda vez ese mismo día. Me metí el trozo de zanahoria en la boca y me levanté para abrir. Cómo no, era Rubén.

- ¿Qué necesitas? - pregunté tapándome la boca para que no se me viera la comida en la boca mientras hablaba
- ¿Tienes el pulso firme?
- Vaya, menudas preguntas que me haces... No lo sé. ¿Para qué?
- He roto mi trípode y necesito grabar un vídeo.
- Espera un momento que ponga los platos en remojo y subo contigo.

Entré en casa y Rubén se apoyó en el marco de la puerta, a esperarme. En cuanto estaba todo en orden, subí a su casa y éste me seguía. Me paré delante de la puerta para que la abriera y vi el estropicio que había: comida por el suelo, platos sucios por todas partes... Lo único limpio era el sofá y la mesita de delante, donde posaba una cámara enorme.

- ¿Pretendes grabar en este estropicio?

Miró alrededor y luego a mí.

- Si solo necesito grabar el sofá...
- Ay, Goku mío. Deja, que te lo recojo en un momento.
- Em... Gracias.

Puse todos los platos que estaban sucios en la pica, barrí un poco y, por fin, la casa estaba limpia.

- Muy bien, ahora sí.
- Bien. Tú puedes coger la cámara y ponerte aquí mientras yo estoy en el sofá.
- De acuerdo.

Grabamos el vídeo, y tardamos media hora. Con las equivocaciones, los estornudos por mi parte que hacían que se moviese la cámara... Definitivamente, no valgo para cámara.

En cuanto terminamos, estaba dispuesta a ir a casa, pero Rubén me paró en mitad del pasillo.

- ¿Ya te vas?
- Sí.
- ¿Y por qué no te quedas un rato?
- Bueno, no tengo nada que hacer, así que... Vale.

*Laura dice "Ay, Goku mío" porque ella es atea y no cree en Dios, y para hacer la broma, siempre sustituye "Dios" por "Goku". Porque Goku mola. Mucho. Y es el mejor.*

CAPÍTULO 6 | Conociendo al vecino de arriba

La puerta se abría lentamente, haciendo un chirrido un poco molesto. En un instante, la cabeza de él apareció, mirándome. Tenía una cara de confusión, seguramente igual que la mía. Nos quedamos unos segundos mirándonos, mutuamente, hasta que rompí el silencio.

- ¡Eres tú el de los calzoncillos de Batman!

Los dos nos reímos a carcajadas y la tensión se fue por completo.

- ¡Qué casualidad! O sea, ¿eres tú la vecina de abajo?
- Sí. Y tú eras el que gritaba a las tantas de la noche.
- Sí... - se rascó la nuca - Perdona.
- No pasa nada.
- ¿Te apetece pasar? Total, no tengo nada que hacer...
- Claro

Se echó a un lado para que pudiera pasar, algo que hice inmediatamente. Esa casa era idéntica a la mía, solo que de un color de pared diferente y con muebles distintos. Me senté en el sofá y su gata negra se puso encima de mí. La acaricié y arqueó el lomo mientras ronroneaba. De repente rubius entró en la estancia con dos refrescos.

- Le has caído bien - rió
- Sí - yo también reí -. Por cierto, ¿te puedo hacer una pregunta?
- Dispara.
- ¿Por qué cada vez que llamaba al timbre de tu casa no me abrías?

Sonrió ligeramente y bebió un sorbo de su lata.

- Desde la mirilla parecías una fan obsesiva, y no les abro para que piensen que ésta no es mi casa y que se han equivocado.
- Ah, claro.
- ¿Y yo te puedo hacer una pregunta?
- Ya la has hecho.
- Touché. Pues otra más.
- Dime.
- ¿Qué te pasaba el día que fui a tu casa?
- ¿A qué te refieres?
- Mirabas mis zapatos como si fueran de oro.
- Ah, sí. Es que me estaba tiñendo el pelo y no quería que nadie me viera así - solté una risa, igual que él
- Pues mola mucho, la verdad.
- Gracias - pude notar cómo las mejillas se me enrojecían, y seguro que él lo notó también, porque soltó una pequeña risa.

Nos pasamos hablando y jugando a la Play toda la noche, hasta que me di cuenta de que se hicieron las dos de la mañana. Me despedí y fui a mi casa, aunque tampoco es que quedara lejos, que digamos. Me preparé para ir a la cama y recibí un mensaje, justamente de él, que decía "espero repetir esta noche algún día más", a lo que respondí "Por supuesto. No tengo escapatoria, sabes dónde vivo...". Dejé el móvil en la mesilla y me di la vuelta en la cama. Acababa de conocer a uno de mis ídolos, creo que fue un día productivo.

CAPÍTULO 4 | El vecino gritón

- ¡Hola a todos! Como veis, éste no es mi sitio de grabación habitual. Lo que pasa es que... ¡me he mudado! Sí, ya no vivo en ese pisito cutre que no había espacio ni para estar de pie. Ahora puedo hasta bailar. Bueno, el tema del que voy a hablar hoy, es...
- ¡Soy una princesita con una cara de puta!

Paré de grabar. Gracias al vecino de arriba, tendré que volver a empezar. Antes de hacerlo, golpeé otra vez el techo con el palo de la escoba, indicando que necesitaba silencio. Volví a empezar, esta vez sin interrupciones, y me puse a editar el vídeo. Salió perfecto, y lo colgué nada más terminarlo.

Me estiré en la silla, me vestí y me dirigí directamente hacia el supermercado antes de que cerrara, ya que eran las ocho de la tarde. Compré comida suficiente como para alimentar a una familia entera, pero eso era lo mejor, porque así no se tiene que ir de compras muy a menudo.

Cuando estaba subiendo las escaleras, oí otra vez los gritos del vecino de arriba, así que subí un tramo más y llamé al timbre. Esperé, volví a llamar y no salía nadie, así que volví a mi casa.

Pasó un mes desde que me mudé a esta casa, y ha sido lo mejor que me ha podido pasar. Grabé un montón de vídeos, pasé a tener tres mil suscriptores, me aumentaron el sueldo... pero no conseguí ningún papel para nada. Ni una película, ni una obra de teatro, nada. Lo peor es que el vecino se pone a gritar y a ver vídeos del rubius a todos volumen y el palo de la escoba se me partió, así que cada vez que grita más de la cuenta, subo y llamo al timbre, pero nunca contestan. Le podría poner una denuncia, pero no quiero darle ese dolor de cabeza, y menos a mí.

Espero que no haya ningún infortunio, porque creo que me quedaré a vivir ahí para siempre.

CAPÍTUL0 2 | Unos calzoncillos en el patio

Abrí los ojos y tuve que volverlos a cerrar para no quedarme ciega. Miré la hora en el reloj de pulsera y vi que ya eran las cinco de la tarde; me había echado una siesta de seis horas y media. Y hubiera dormido más si no me hubiera despertado el hambre.

Fui a la nevera y cogí lo único que había: media tarrina de helado de fresa. Cogí una cucharita del cajón y me puse a zampar como si no hubiera un mañana. Esa misma tarde iría de compras y viviría una vida más sana.

En cuanto lo terminé, lo tiré a la basura y puse la cuchara en la pica de la cocina. Me dirigí directamente al escritorio de mi habitación, donde estaba el ordenador. Lo encendí, me metí en la aplicación cámara web y vi que parecía que un gato y un pájaro su hubieran peleado en mi pelo, y así no podía grabar. Efectivamente, soy Youtuber. No soy tan buena como elrubius o Pewdiepie, por ejemplo, pero tengo mis dos mil seguidores y un poco de partner. ¿Os pensábais que podría pagar una casa para mí sola solo con el sueldo de camarera? Ingenuos...

Llevo desde que tengo un piso para mí sola (19 años) grabando vídeos random, y con ellos he podido pagar la mitad de cosas que tengo ahora.

Me dirigí directamente a la ducha para arreglarme ese pelo y, cuando salí, vi lo peor del mundo: las raíces de color natural del pelo se podían ver a kilómetros, así que, me teñí. Gracias a dios, quedaba un poco de tinte. Mientras llevaba el papel de plata en la cabeza y el tinte hacía su trabajo, fui otra vez al ordenador, pero ésta vez para ver vídeos, algo a lo que soy una aficionada. El primer vídeo que vi era uno de HolaSoyGerman, luego uno de Smosh y uno de elrubius. Cuando empezó la canción del final de sus vídeos, el timbre sonó. Paré el vídeo y fui a ver por la mirilla quién era. No se veía muy bien, pero pude distinguir que era un chico muy alto.

No podía dejar que nadie me viera así, así que grité "¡un momento!", fui corriendo a por una gorra, casualmente mi favorita (una de Minecraft) y me tapé la cara. Corrí hacia la puerta y bajé la cabeza para que no se me viera la cara, ya que no iba maquillada. En cuanto la abrí, pude ver los pies del muchacho. Eran unas bambas que son solo para decorar, no para hacer deporte, y molaban mucho.

- Em... Hola... - saludó el muchacho. Su voz era profunda, y me sonaba de algo, pero no sé de qué.
- Hola. ¿Te puedo ayudar en algo?
- Sí... Verás... Soy el vecino de arriba y... bueno... estaba tendiendo la ropa...
- A ver si adivino, se te ha caído algo a mi patio.
- Sí.
- Ahora voy a cogerlo, espera aquí un momento.

Me di la vuelta y me dirigí al patio. Estaba en un primer piso, así que me tendría que acostumbrar a que cayeran cosas ahí. Miré por el suelo y vi unos calzoncillos. De Batman. Me aguanté la risa y me dirigí hacia la puerta de nuevo. Ahora entendía por qué hablaba con tanta vergüenza. Se los entregué y los cogió de inmediato.

- Gr-gracias... y siento molestar...
- Tranquilo. Será nuestro secreto.

Soltó una leve risa.

- Por cierto, ¿eres nueva en el edificio?
- Sí, justo he terminado de mudarme ésta mañana. Ha sido un buen regalo de bienvenida - me reí ligeramente, igual que él -. Bueno, me tengo que ir. Me has pillado un poco... ocupada.
- Ah, vale. Por si me necesitas, estoy en el piso de arriba.
- Muy bien. Hasta luego.
- Adiós.

Y cerré la puerta. Me quité la gorra y me senté en el sofá. Ya conocía a mi vecino de arriba, y al parecer le gustaba Batman.

CAPÍTULO 1 | La mudanza

- ¡Cuidado con esa caja, lleva algo...! Da igual.
- ¿Decías algo?
- Ya nada. ¿Necesitas ayuda con el sofá?
- Vale, no vendrían mal un par de manos más.

Sí, me estaba mudando. Había terminado ya la escuela y estábamos amueblando el piso nuevo David, mi compañero de trabajo, amigo y ahora mi ayudante de mudanza, y yo. Eran las once de la mañana de mitades de julio, ya os podéis imaginar cómo era de caluroso el ambiente. Por suerte, solo nos quedaba el sofá para dejar en el piso, y ya podríamos descansar. Lo subimos por las escaleras y, en cuanto sus patas tocaron el suelo de madera del piso, nos sentamos y pusimos el aire acondicionado. Ya llevábamos diez minutos en silencio cuando David lo rompió.

- Oye, Lau...
- Dime.
- Quería pedirte algo desde hace mucho tiempo... - me miró a los ojos y se enderezó, haciendo yo lo mismo
- Me estás preocupando - le miré con recelo
- ¿Te gustaría... Abrir la ventana, que con el aire no es suficiente?
- ¡Estúpido!

Y así era David. Aprovechaba cada momento de distracción para gastarme una broma. Es un payaso, pero le quiero. Como amigo, quiero decir. Además, tiene novia, y con razón: su cuerpo se asimila al de un socorrista de la playa, además de tener un pelazo color carbón que se echaba hacia atrás cada dos por tres con los dedos, ya que ese flequillo le tapaba los ojos de color azul eléctrico.

- Ahora mismo te vas de ésta casa - sentencié -. Por estúpido.
- ¿Me estás echando de la casa que yo te ayudé a amueblar? - replicó poniendo más énfasis en el "yo"
- Síp. Fuera.

Le empujé hacía la puerta y se la cerré en las narices, oyendo seguidamente un grito de dolor, junto con una risa por mi parte. Le envié un whatsapp diciendo "hasta mañana" y me fui directa a mi habitación, más concretamente a mi armario, para ponerme ropa más cómoda: una camiseta de tirantes, un pantalón corto y nada en los pies. Al guardar los zapatos que me quité en el armario, me miré en el espejo que había dentro. Vi a una chica de metro setenta, delgada, con el pelo de color violeta intenso en las raíces y lila claro en las puntas, juntándose en un perfecto degradado, y unos ojos marrones. Así era yo, Laura Herrero. Aunque prefiero que me llamen Lau, para ahorrar saliva.

Me senté en el sofá y me puse la televisión hasta quedarme profundamente dormida. Ya era bienvenida a mi nueva vida.

INTRODUCCIÓN AL FANFIC

*Narrado absolutamente por un personaje totalmente ficticio, igual que la historia [a no seeeer...]. Si la historia coincide con algún hecho de la realidad, es pura casualidad. Las partes que están entre asteriscos son comentarios de la autora, o sea yo, los diálogos serán introducidos por un guión (obviamente) y la parte de texto que no tiene ninguna modificación es la narración (en primera persona) de la protagonista.*
Hace ya cinco años que me mudé por primera vez. Con dieciocho años que tenía me independicé de mis padres desde Barcelona a Madrid, por fin. No penséis mal, quiero a mis progenitores, pero no está de más tener tus propias normas y andar por casa como quieras, y qué mejor que hacerlo en la capital. Me alejé tanto de mi primera casa porque es "la ciudad de las oportunidades", como decía mi hermana menor. Nos llevamos siete años de diferencia, pero nos tratamos como si fuéramos iguales. Ella llama a la ciudad así porque los más famosos viven ahí, todo el mundo cumplió sus sueños y bla bla bla. Yo fui allí porque en Madrid hay una de las mejores escuelas de arte del país; estoy estudiando para ser actriz. 
Me ofrecieron una beca para estudiar allí y tener alojamiento, pero no me gusta compartir habitación, así que conseguí un trabajo de camarera, en el cual aún estoy. El primer año me tuve que aguantar y compartir habitación en la escuela, mientras estudiaba y trabajaba para conseguir dinero para comprar un piso. 
El segundo año conseguí el suficiente dinero como para alquilar un diminuto apartamento cerca de la escuela, hasta que terminé los estudios hace poco.
Ahora me mudo a otro piso más amplio y más cerca del trabajo, para tener una vida cómoda. Al menos al principio, porque ignoraba los sucesos que pasarían en ese edificio.

jueves, 13 de agosto de 2015

PRESENTACIÓN :D

¡Hola! Seguro que habéis entrado aquí y os habéis preguntado: "Qué es esto?". Pues esto es un blog [no me digas]. Hace unos minutos (para vosotros serán días, e incluso meses) hice una maratón de elrubius, y me di cuenta de que es mi Youtuber favorito, así que creo que lo mejor para demostrar que soy una criaturita es hacer un blog. ¿Qué subiré aquí? Pues estoy pensando en crear una historia tipo fanfic, curiosidades, mis opiniones y ¡muchas cosas más! Bueno, espero que no penséis que leer éste blog sea una pérdida de tiempo y que me sigáis, o lo que sea, que no sé muy bien cómo funciona jajaja. ¡Hasta luegui :D!